El maestro es praxis y deberá educar para que los hombres sean inexplicables, libres y críticos; es decir, con conocimiento de su propia existencia, con la libertad de elección, actitud crítica y voluntad humanística. Sin embargo, la mayor preocupación del poder es sujetar la subjetividad de cada humano.
Los niños nacen y siguen las normas establecidas; es decir, el poder ordenó y legitimó, a su imagen y semejanza, al mundo que habitamos con su sentido común. Hablamos, pensamos y hacemos, obedientemente, lo que el poder instauró. De esta manera, si no sigues al poder serás visto como loco y subversivo.
Es así que, el filósofo Heidegger afirma: “Ahora bien, en esta distanciación inherente al “ser con” entra esto: en cuanto cotidiano “ser uno con otro” está el “ser ahí” bajo el señorío de los otros. No es él mismo, los otros le han arrebatado el ser. El arbitrio de los otros dispone de las cotidianas posibilidades de ser del “ser ahí”. (1993, p. 143)
No creas en el sentido común. La advertencia de no vivir o existir bajo el señorío del poder, pues esa existencia es inauténtica; al contrario, hablemos, pensemos y hagamos desde nuestra subjetividad.
Aunque, las escuelas adoctrinan a los niños y jóvenes para el señorío de los amos. Tal como dice Noam Chomsky “Desde muy temprano, en la educación se nos socializa para que comprendamos la necesidad de prestar respaldo a las estructuras del poder, sobre todo a las empresas, a los hombres de negocios. La lección que uno saca de esta educación socializadora es que, como no apoyes los intereses de los más ricos y poderosos, lo tendrás crudo: sencillamente, se te expulsa del sistema o se te marginaliza”. (2014, p. 25)
Del mismo modo, el filósofo argentino Feinmann, manifiesta contundentemente: “La «educación» está armada, construida por el Poder. Toda visión alternativa es subversión. Todos se acostumbran a aceptar una visión de la historia en la que han sido educados. Todos los esfuerzos del Poder son los de aplanar la libertad”. (2013, p. 132)
El poder trata de dominar nuestra más preciada subjetividad que nos hace libres, autónomos y críticos. Por eso, podemos gritar con la canción Otro ladrillo en la pared de Pink Floyd: “¡Hey! ¡Maestros! ¡Dejad a los niños en paz! / A fin de cuentas, es sólo otro ladrillo en la pared. / A fin de cuentas, solo eres otro ladrillo en la pared”.
Tengamos la utopía de no ser un ladrillo más en el muro, así como dice Sartre: “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. El poder, con su pedagogía del dolor, ya nos oprimió nuestra subjetividad, pero ahora nos toca recuperar nuestra libertad, es decir, desde este momento podemos manifestar nuestros pensamientos, sentimientos y voluntades. ¡Dignidad hombres libres!
En fin, el poder construye el sentido común y mitos desde las interpretaciones del mundo, a través de la familia, escuela e iglesia. Este pretende mantener el sistema neoliberal desde su interés económico, político, religioso e ideológico, puesto que, atreverse a pensar diferente, al igual que los pocos hombres libres, es atentar contra sus intereses.
Bibliografía
Chomsky, N. (2014). La (Des)educación. Edición e Introducción de Donaldo Macebo. Traducción de Gonzalo G. Djembé. Editorial Planeta, S. A. Barcelona España. https://anarkobiblioteka3.files.wordpress.com/
Feinmann, J. P. (2013). Filosofía política del poder mediático. Grupo Editorial Planeta S.A.I.C. Buenos Aires-Argentina.
Heidegger, M. (1993). El ser y el tiempo. Traducción de José Gaos. Fondo de Cultura Económica. México. https://escuelafilosofiaucsar.files.wordpress.com/