Ignoramos cómo los sabios precolombinos justificaban la divinidad de sus monarcas y menos aún a quienes cuestionaron eso. Al llegar los españoles a estas tierras, sus filósofos-teólogos no pusieron en duda el derecho papal de sus reyes a gobernarlas, aunque discutieron si eran seres humanos los habitantes del continente, que los europeos, llamaron América.
Con las ideas de las revoluciones de los nacientes Estados Unidos y de la Francia de la Ilustración, los intelectuales hispanoamericanos justificaron la independencia de sus nuevas y dividas repúblicas.
A fines del siglo XIX, el positivista y anarquista burgués Manuel González Prada criticó muy duro a los militares, la Iglesia y los ricos terratenientes del Perú. En la primera mitad del XX, surgieron su discípulo Víctor R. Haya de la Torre, con la ideología del espacio y tiempo histórico de su partido APRA, y el marxista José C. Mariátegui con su lema “socialismo sin calco ni copia” de su partido socialista.
En la segunda mitad del siglo pasado, llegó a la presidencia Fernando Belaúnde con su partido Acción Popular cuyo ideólogo y ministro de educación fue el filósofo sanmarquino Francisco Miró Quesada C. Su ex discípulo y colega Augusto Salazar B. fue pilar de la fallida Reforma educativa de la dictadura militar velasquista que derrocó a ese presidente.
Entre los 80s y 90s, Abimael Guzmán, filósofo formado en la San Agustín de Arequipa, lideró la subversión del derrotado partido comunista Sendero Luminoso. A fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, otro profesor de San Marcos, Luis Silva Santisteban G.S., quién enseñaba ahí materialismo dialéctico fue asesor, embajador y vocero del ex presidente Alberto Fujimori.
Y entre los etnocaceristas que purgaron prisión junto a su líder Antauro Humala, por la toma de una comisaría en Andahuaylas el 2005, estaba el filósofo sanmarquino Fernando Bobbio.
Así que diversos filósofos han participado con su teoría y práctica en partidos o movimientos políticos del Perú, sea para bien o para mal, otros solo han llegado a protestar en las redes sociales o las calles por las injusticias que sufren el país u otras partes lejanas del mundo, y el resto está mudo, sordo y ciego ante la realidad que le ha tocado vivir. Y, para nuestra infamia y vergüenza, uno se ha hecho “célebre” al ser detenido por ser el operador en un supuesto tráfico de influencias en altas esferas del poder.
Cierto es…el intelectual tiene mayor capacidad de entender la realidad o contexto del cual es testigo, pero no es capaz de transformar o “convertirla”. Es lamentable lo de Villanueva, discípulo predilecto -uno de los tantos y tontos- de Ballón. Y dónde quedó su ética? Su prédica del buen ciudadano? El ansia de poder lo venció…te faltó agregar a un filósofo sanmarquino asesor de Evo…