La muerte es un misterio tal como la vida. Según Heidegger no existe la muerte, solo es dejar de ser; es decir, ya no eres posibilidad sino naturaleza. El hombre es posibilidad e historia mientras viva, pero al morir se convierte en naturaleza, pues no tiene proyectos a realizar.
Es así que, se filosofa acerca de la muerte que nos angustia y nos refiere a la nada.
Para realizar la interpretación es deber del intelectual alejarse de todo dogma o fanatismo que intente explicar el misterio oscuro. La obra Las tres luces (1921, Der Müde Tod) de Fritz Lang, rescata lo dicho por el libro Cantar de los cantares 8: 6, cuando manifiesta que el amor es más fuerte que la muerte:
“Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama” (Biblia, 1960, p. 950). Asimismo, el mito de Orfeo y Eurídice está presente de manera inversa, ya que ahora la mujer es quien sube al infierno en busca de su amado ¡Cuántos desearíamos que las mujeres realizarán esa hazaña por nosotros!
El que ama no tiene miedo a morir, es más puede entregar su vida. Las escenas impactan cuando la muerte compra un terreno y construye el muro sin puerta, la cual solo es conocida por él. La subida de la mujer al infierno, en busca de su amado. La confesión de cansancio de la muerte, por la tarea que realiza por mandato divino. La escena cuando la muerte se lleva el alma de un inocente niño. Aquella en la que la muerte muestra las tres velas que simbolizan, cada una de ellas, vidas humanas; salvar una vida es el reto, pero fracasa.
La mujer insiste en tener otra oportunidad, esta consiste en conseguir un alma que sustituya la de su prometido, antes de que acabe el día. Nadie quiere morir, el viejo, el mendigo y los enfermos dicen aún no a la muerte. La última escena que conmueve es cuando se produce un incendio de manera accidental, en el cual queda atrapado un niño, ella acude en su auxilio y en el momento en que lo coge en sus brazos aparece la Muerte, quien pide el alma del niño a cambio de recuperar a su prometido.
La mejor decisión que opta la mujer es de salvar al bebé, descendiéndolo por una ventana, ayudada con una cortina; muere atrapada en el incendio, reuniéndose así con su amado. ¡Qué romanticismo, uno sueña con esa hazaña del amor de su vida!
La otra interpretación es la película Macario (1960), dirigida por Roberto Gavaldón, cuyo personaje central es un campesino mexicano, quien confiesa que el hambre lo mata desde su niñez. La escena donde la mujer roba un pavo y lo cocina solo para Macario, el cual se lleva todo para sí, cuando en el camino al bosque, al ir recogiendo leña, se le aparece el diablo vestido de charro a quien no le convida.
Luego, se encuentra con Dios, quien tampoco es convidado por el campesino; después, lo comparte con la muerte y dialoga amenamente: “pues la verdad al mirarte pensé que no me quedaba tiempo ni de probar un bocado, cuando te apareces no das tiempo de nada, entonces calculé que, si te daba la mitad, y comíamos parejo, mientras tu comías, comería yo también”. Luego, en señal de agradecimiento, le entrega un agua curativa con la que el campesino comenzará a hacer milagros.
En la última escena, Macario atravesará la gruta en cuya entrada había compartido su comida con la Muerte, donde encuentra una enorme cavidad llena de velas que representan las vidas de todos los hombres “mira, Macario –le indica–, esta es la humanidad, aquí ves arder las vidas tranquilamente. A veces soplan los vientos de la guerra, los de la peste, y las vidas se apagan por millares al azar: las altas, las pequeñas, las derechas, las torcidas”. La Muerte le muestra la llama del hijo del virrey y la apaga.
Posteriormente, Macario logra ver su vida, convertida en una vela muy débil y pequeña y, de nuevo, como ha sucedido en la cama del muchacho, intenta engañar a la Muerte, arrebatándole la vela y huyendo. Sin embargo, no se puede burlar a la Muerte. Su destino está marcado.
Por otro lado, a uno le emociona lo que dice la mujer de Macario: “La vida no fue fácil, pero fue buena vivirla juntos”, aunque él yace desvanecido.
En fin, la muerte es misteriosa e inevitable, es comunista porque no distingue de clases sociales. Filosofar es prepararse para la muerte, ser valiente para enfrentar al mayor miedo de los hombres.