Por: Roly Auccatoma Tinco
El capitalismo inicia la globalización del mundo desde 1492, año en que Colón llega a América, para saquear todas las riquezas de los pueblos originarios y llevárselas a Europa, es decir, el capital no se hizo con ahorro, sino a través de lodo y sangre. Al respecto, René Descartes con su obra El Discurso del método (1637) entrega la subjetividad al hombre capitalista a través de la siguiente formula: Pienso, luego existo; es decir, la razón la tiene el hombre y con ello puede someter todo lo que existe, así se da el gran salto del teocentrismo al antropocentrismo.
Por tanto, el hombre es el centro del universo, el que puede someter a la naturaleza con la ciencia y su técnica, también a otros hombres; es decir, el capitalismo tuvo su proyecto globalizador que consistió en crear un mundo a su imagen y semejanza, pero a donde fue, siempre se topó con sus enemigos. No obstante, Freud, en su obra Malestar en la cultura, sospechó que dominar la naturaleza es imposible.
Por consiguiente, el capitalismo generó esclavos que lucharon siempre por su libertad, pero también quienes en laboratorios propulsaron su deseo de conocimiento ocasionando mutaciones de los virus o elaborando armas biológicas. Se desarrolló creando y fabricando enemigos, siendo los más poderosos el marxismo, el islamismo y, hoy por hoy, el coronavirus; este último, invisible que paralizó su voracidad de capital. Es así que, con este hecho, el capitalismo está fracasando en su lucha por dominar la naturaleza; es decir, el capitalista, que siempre jugó a ser Dios, produjo consecuencias catastróficas.
El fantasma del coronavirus recorre el mundo y todos los países han cerrado sus fronteras para evitar el ingreso del enemigo abstracto como la muerte, pero a pesar de todo ya presentan casos. Este enemigo invisible, que pareciera invencible, va haciendo su gran comilona, sin distinción de raza, credo, estrato social, edad ni sexo, siendo el pulmón el órgano que más le gusta, matando al hombre desde adentro. Por tanto, nuestra única opción es cumplir con la cuarentena, con la esperanza de que la ciencia con su técnica dominará a este virus, ya que el hombre es un Dios con prótesis. Todo es cuestión de tiempo.
Sin embargo, es necesario manifestar que el COVID-19 no es el único virus que existe o ha existido; existen muchos más que se adaptan para poder sobrevivir en este mundo cruel y son más letales para los humanos; algunos viven en las lavas de los volcanes y otros debajo de los grandes glaciares. Estos microorganismos estaban presentes desde los inicios de la vida, siendo algunos nuestros enemigos y otros nuestros aliados.
En fin, el capitalismo con su ciencia encontrará el medicamento contra el coronavirus, luego pretenderá que olvidemos todos los malos ratos que nos hizo pasar, con sus entretenimientos; sin embargo, seguirán devastando la naturaleza con sus ideales de globalización. Por ello, debemos optar por una conciencia crítica que nos lleve a luchar por un Estado responsable de la salud y educación de sus ciudadanos, proporcionando un trabajo digno y un sueldo justo. Esta es nuestra tarea si amamos la humanidad.