El éxtasis de moralina que se difumina en esta sociedad solapa lo evidente. El congresista morado Daniel Olivares fue el foco de la curiosidad en un santiamén, expresando lo que la mayoría enmudece, que fuma unos enrollados, tronchos, porros, hierbas y que en su momento racionalmente controla.
Los santurrones que aspiran a la beatificación brincaron de sus ventanas a atacarlo como a un vil ciudadano. Su respuesta ante una posible sanción de la Comisión de Ética del Congreso, que no tiene nada de ético; fue genial, así se destrabará las rumas de expedientes que se encuentran en esa comisión por investigar y sancionar. Esa pitada de tronchazo cautiva a la juventud y a los liberales, ante la avalancha de apoyo a su partido político, se van apagando paulatinamente aquellos epitomes escandalizados de la moral.
Estos santurrones que se oponen al aborto, a la eutanasia, a la libre comercialización de droga, al matrimonio del mismo sexo, a la clonación y demás linduras de la ciencia moderna se atolondraron. Los parámetros establecidos por Sigmund Freud del control social, se encuentran vigentes y prestos para acusar cuando tocan la llaga de lo supuestamente prohibido, pero practicado en la intimidad de la vida privada.
El ser humano que fue parte de la naturaleza animal, aprendió con creces el autocontrol de su vida, racionalizando por completo las partes de su alma platónica: racional, irascible y concupiscible ¡Tranquilos! Su beatificación se encuentra: Muy Muy Lejano (Shrek)
ARTÍCULO PUBLICADO EN DIARIO CORREO