Beauvoir, feminista francesa, en su obra El segundo sexo (1949, p. 371), manifestaba que: “No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana.”
La contaminación y la devastación del medio ambiente dio lugar al ecologismo. Ahora, de la fusión del ecologismo y feminismo surgió el ecofeminismo, término utilizado por vez primera por Françoise d’Eaubonne en 1974, escritora y feminista francesa.
El ecofeminismo es un movimiento teórico y práctico cuyo pensamiento es la lucha contra la superpoblación, devastación de la naturaleza y dominación masculina. Posee varias corrientes; una de ellas es la esencialista que manifiesta que las mujeres tienen cualidades maternales, las cuales fomentan la vida y el cuidado de la naturaleza; es decir, la mujer es naturaleza; en tanto que, la vertiente constructivista plantea que las mujeres son producto de la construcción de la cultura e historia; mientras, la corriente espiritualista conceptúa que hay un mal desarrollo porque hay países pobres y ricos.
Es así como surge la crítica al patriarcado capitalista, a la visión mecanicista de la naturaleza y una cultura de dominación y violencia. Ello enfrenta a la creencia antropocéntrica y androcéntrica de superioridad biológica, donde los seres humanos (algunos más que otros) se han apropiado, han dominado y han sometido violentamente a los seres vivos (incluso a los propios humanos), así como a los procesos, productos y servicios que forman la naturaleza o son generados por ella.
Por otro lado, la crítica al modelo patriarcal brota desde la religión, ya que manifiesta que las grandes religiones del mundo rinden culto al patriarcado, muestra de ello es la religión cristiana que hizo desaparecer de la triada (Padre, Hijo y Espíritu Santo) a la mujer, cuando debiera ser Padre, Hijo y Madre.
Del mismo modo, la mujer es considerada como el misterio y naturaleza porque en sí crea la vida; en cambio, el varón representa la razón y cultura, por ende, la civilización. Las ecofeministas luchan por retornar a la naturaleza ya que la razón instrumental está devastando la naturaleza.
Asimismo, las ecofeministas místicas como Vandana Shiva, según la cosmología de la India, buscan una relación armónica entre sociedad patriarcal y naturaleza. Este ideal es utópico, pues el hombre (varón y mujer) es conflictivo y antagónico.
Del mismo modo, la corriente ecofeminista critica la filosofía de Descartes, la cual racionalizó a la naturaleza, quedando esta reducida a res extensa (cosas); también, la filosofía de Francis Bacón que planteó que el hombre debe dominar la naturaleza de acuerdo al designio divino; es decir, hacer hablar a la naturaleza con el método inductivo que va a cambiar la vida de la humanidad, ya que el conocimiento es poder.
El progreso avanza por su lado malo, como dice Shiva (1995, p.87): “… lo que recibe el nombre de desarrollo es un proceso de mal desarrollo, fuente de violencia contra la mujer y la naturaleza en todo el mundo […] tiene sus raíces en los postulados patriarcales de homogeneidad, dominación y centralización que constituye el fundamento de los modelos de pensamiento y estrategias de desarrollo dominantes”. Es decir, prevalece la maldad del feminicidio ocasionado por el varón, además de la permanente contaminación ambiental.
En fin, la mujer es ontológica porque tiene ser, por ende, la crítica del ecofeminismo va direccionada al antropocentrismo fuerte (centralismo del hombre masculino) y al androcentrismo (posición central del varón). Por tanto, el propósito principal es la búsqueda de la equidad en los aspectos económico, político, ético, social, cultural, entre otros.