Fuente: Cuestiones de la Polis
Edgar Gutiérrez Gómez
egutierrez@unah.edu.pe

El estigma colonial, vigente en aquellos que representan a los referentes de opinión, es deleznable. Las luchas reivindicativas en el mundo, para erradicar una serie de estigmas peyorativos de racismo, no fueron interiorizadas en la racionalidad humana.


La señora Martha Chávez, una vez más deja aflorar su doble discurso de su política bazofia, teledirigidos a sus militantes y votantes en cada campaña electoral. Es evidente que los simpatizantes y electores del fujimorismo en el Perú, se encuentran en el interior del territorio peruano. Aquellos militantes que se encuentran en Lima, son migrantes que deben bajar literalmente de los cerros coloridos donde habitan, dada su condición de migrantes provincianos. Los juntan entre rasgos andinos y provincianos, para ser transportados tipo sardinas en las portátiles fujimoristas para defender a Martita.  

La referencia peyorativa a Vicente Zevallos, que debió ser embajador de Bolivia por sus rasgos andinos, es un argumento ad hominem de bajeza política. La impotencia de rebatir una idea con otra, obliga a patinar con el inconsciente reprimido, manifestando su verdadera careta. La clasificación social racista, se manifiesta en los políticos que deberían actuar con el deber ser kantiano. La patinada, es solo un velo frágil que cubre el verdadero racismo en el Perú. Pero ese rasgo andino que, según Martha Chávez deberían juntarse solo entre ellos, son los primeros en defender a ultranza al fujimorismo. Bien quepa: “más me pegas, más te quiero” ¡Qué viva, Martita! y ¡Qué vivan sus electores!


Fuente: El Diario de Jhon Ney

El hecho de vivir en la capital del Perú, les hace parecer que son superiores en raza, economía, academia y otras estupideces según su patinada vulgar. Lo limitante en los ascensos sociales de la cholificación en el Perú, es evidente. La frágil identidad peruana de los pueblos, se desmorona fácilmente con los calificativos vertidos por los referentes de opinión y que la prensa ventila.


Las películas, novelas televisivas, el ornato de la ciudad y otras labores cotidianas de la capital, son atribuidos al trabajo provinciano. Esta situación es aprovechada por los acomplejados que se alienan con facilidad y, cholean a otro cholo. Es importante revisar una vez más el trabajo de Marco Avilés De dónde venimos los cholos. El lugar de «las cholas» era la cocina, explica Avilés. Y en su casa de Lima no comían con sus jefes y dormían en un baño que nadie usaba.


Ese orgullo iluso que compuso Luis Abanto Morales de Cholo soy, en la práctica induce a aceptar la identidad a regañadientes. La psicología individual del poblador andino es complementada con su filosofía andina de concebir al mundo. La superposición de las culturas en el mundo, no fue superada en su totalidad en el Perú y no genera espacios para una convivencia intercultural con tolerancia. Dejar de patinar, como el fulanito de ahí, es indispensable para reorientar la equidad social al margen de la economía que compra todo, menos el estatus académico.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *