Se ha vuelto indispensable abordar un sinnúmero de aspectos enmarcados en la realidad mundial que vivimos, la inesperada pandemia,
invisible enemigo, pero cuánta presencia tiene al observar como se viene “a pique” las grandes economías y sistemas, aún más en un país como el nuestro. Una madre gestante en tiempos “normales” es sinónimo de alegría, de esperanza, de experiencias sensoriales únicas, una madre que trae al mundo más vida se siente invencible, es la superheroína de los comics plasmado a la realidad.
Hasta la familia se prepara para celebrar su fiesta de bienvenida, un baby shower donde las demostraciones de amor con el nuevo ser estarán por doquier. ¿Qué sucede hoy? El desamparo para las madres embarazadas en estos tiempos de pandemia, realmente es conmovedor, no hay citas médicas, no hay chequeos, en el sistema de salud público los mismos galenos indican no ir al establecimiento por seguridad,
el monitoreo por vía telefónica ¡no lo hacen!, cómo queda una madre con un ser creciendo en su vientre al que solamente quieren brindarle bienestar, que sucede cuando no se cuenta con los recursos para ir a un consultorio particular, realizar sus respectivos controles, los ultrasonidos y las ecografías para saber que todo marcha bien.
Traer al mundo a un pequeño ser se siente ahora como un desafío, un reto que asumes con las entrañas que solo una madre puede tener, con las agallas de proteger lo que es suyo, de dar hasta lo imposible y gritar al unísono un ¡yo puedo! para darse aliento.
En el caso de aquellos migrantes que fueron a la capital e iniciaron una travesía con la añoranza de lograr sus objetivos, luego del estado de emergencia muchos se quedaron a la deriva, desempleados, con el firme deseo de volver a casa donde no les faltaría un techo y un plato de comida; allí también, hay madres gestantes que trajeron al mundo a sus bebés desconociendo si llegarían a un hospital para ser atendidas, sino fuera por ciertas almas caritativas no estarían hoy contando el milagro, bendita sea la fe.
Esto es una cruda verdad, si no cuentas con dinero y no tienes ayuda, es un camino directo a la frustración; agradecidos sean los que aún conservan su trabajo, los que tienen un ingreso económico, un negocio en funcionamiento porque aún pueden conservar el sosiego y una aparente estabilidad emocional.
Pues bien, amerita un replanteamiento de las estrategias de solución, el sistema de salud debió y debe ser una prioridad, en cuanto a las medidas de protección y los planes de contingencia verdaderamente efectivos teniendo en cuenta las grandes brechas que poseemos como país, el derecho a la salud no es solo de los pacientes COVID-19, sino de todos, si existieran los procesos y protocolos adecuados hasta las madres gestantes tendrían la tranquilidad de traer una nueva vida con vida.
Y no la incertidumbre de un sistema de salud deficiente, que los devuelva sin vida. ¡Eso es desalentador!