Es ridículamente asombrosa la vida en situaciones de tiempo real, que sumió al hombre hasta la médula.
Si la filosofía como primera ciencia, emergió con el asombro, no es de asombrarse ya con las ocurrencias humanas actuales. La vida cotidiana es una ciencia empírica, primer eslabón a una ciencia cada vez ilimitada. Cuando mi novia me conminó –allá por los años, no sé cuántos– ¿Estas realmente enamorado de mí? Le dije: no sé, pero me gustas. Asombrosamente, no se puso en modo filósofa en buscar la esencia del: no sé, pero me gustas. Meneó la cabeza, respiró hondo y hasta la fecha no me interrogó más.
⇒ VEA TAMBIÉN: Los hombres del megáfono
En estos decalustros de mi existencia, pensé que corrigieron las interpretaciones de la realidad. ¡Error y horror! La situación está más grave de lo que imaginé. En la Universidad Nacional Autónoma de Huanta, tenemos un periódico digital a iniciativa personal –a nuestro estilo– que se denomina unahALDÍA llevamos cerca de 50 días en el ciberespacio. A tanta insistencia de invitaciones a escribir, tenemos colaboradores articulistas de un menú variado, a figura de un restaurante de cinco tenedores. Articulistas para todos los gustos con absoluta libertad y con estilo único. Felizmente, no existe un cenit del conocimiento y, en esta consideración el escrutinio está abierto a nuestras publicaciones.
Es una utopía escribir direccionando que deben leerte. Nadie está obligado a leer lo que no es de su incumbencia. Pero, si debo decir algo de lo escrito, es una obligación leerlos. La esencia fundamental de la educación mundial es aprender a leer y escribir, el resto viene secundado. No puedo repetir lo mismo como a mi wayna: no sé, pero me gustas. Este mundo virtual trae consigo una serie de barbaridades humanas, esa fiebre de hacerlo todo virtualmente se ha convertido en el menú diario del hombre.
El infinito mundo del internet, nos llevó a la ligereza y la impaciencia en las interacciones sociales. Está en la retina del olvido, las cartas que se escribían con correcciones innumerables para ser sellados en un sobre con postal. El periódico digital unahALDÍA lleva su estadística de lecturas de cada artículo de nuestros colaboradores. ¡Eureka! Pero viene lo nefasto, ese venenito que da sentido a la existencia inútil.
Seguro, a partir de ahora se multiplicará: no sé, pero no me gusta. Es un camino a ciegas, un limbo, un destino no sé qué, pero no me gusta.
Tenemos una estadística muy alta con ese famoso like me gusta en Facebook, eso sin sumar cada muro de los articulistas. ¡Qué carajo! No leo el puto artículo, pero asigno me gusta, no hay concordancia entre lectores y fetiches de Facebook. En ese artículo me están mentando la madre, me insultan, hay racismo, sexismo, homofobia, xenofobia, ateísmo y de más adjetivos. Sin embargo, como llegó a mi muro de Facebook le asigno me gusta. Amigo cibernauta, no seas cortito en estos tiempos de epidemia mundial.
No puedes permanecer como yo: no sé, pero me gustas ¿Acaso los sentidos no captan el fenómeno para discernir el juicio del gusto? Esta situación es waqakuyvidacha ¡No hay remedio! Como colofón, no tenemos ni uno que haya asignado: no me gusta. Seguro, a partir de ahora se multiplicará: no sé, pero no me gusta. Es un camino a ciegas, un limbo, un destino no sé qué, pero no me gusta.
Publicado previamente en: https://www.ensartes.com/