Esta obra aflora en la mente de la artista cuando dio a luz a su hijo. Cuando nació su hijo no sabía qué hacer, ya que era madre primeriza. Cuando pinta esta obra, la artista tenía 23 años. Durante su vida de aprendizaje algo le decía que tenía que pintar ese cuadro.
Sentía un impulso interior que le decía que lo tenía que hacer a toda costa para satisfacer esa “Angustia” interna que le afligía. La artista tenía muchas escenas en su mente que le resultaba difícil expresarlo. Ese bloqueo le impide dejar fluir lo que quería crear, quedando todo en su mente. Cinco años después de nacer el hijo, la obra salió a la luz. La autora relata su experiencia de madre primeriza. Su madre, de la artista, no quería que tuviera su hijo. El azul oscuro es la vida de la gestante, simbolizando el miedo y la incertidumbre de madre primeriza. Podría representar ese azul oscuro sobre la gestante una continuación del arquetipo de la sombra del cuadro anterior denominado “El inconsciente femenino”. Se sentía sola, aun teniendo al padre del hijo a su lado conviviendo con ella. Trabajaba con su hijo recién nacido, el hijo le pedía comida, tenía sus necesidades, de tal forma que su hijo y las labores de su cuidado la hizo fuerte. Hubo tantas imágenes en su mente que después de tantas búsquedas llegó a identificarse con unas imágenes donde quiso alterarlo todo a su modo, a su manera, según su emoción y experiencia interna. Es una obra de carácter cultural y local, dónde se refleja un doble plano psicológico: un plano consciente exteriorizado hacia una realidad sociocultural andina y, un plano inconsciente personal de reparación interna por su biografía existencial y la experiencia vivida, en cierta forma traumática y dolorosa. La artista quería expresar la angustia de la niña por callar a su hermanito (en la representación de la obra). Ella no sabía cómo callarlo. El bebé pedía atención y necesidades y su hermana no podía dedicarse a su vida de adolescente, no podía estudiar por cuidarlo. Como artista, quiso hacer sus obras a manera de dar a conocer a la sociedad lo que es “la necesidad”, según relata la artista. No podía asumir roles de padre-madre. Los colores cálidos representan la energía vital interior del joven de la niña. Esta situación pasa en las zonas rurales de Ayacucho y zonas urbano-marginales. El color azul claro del niño sobre su cabeza representa su aura, su pureza y su inocencia, la cual se ve bloqueada por el trato inadecuado de los adultos y la ausencia de los padres al irse a trabajar para ganarse el pan. El niño si tiene madre; en la obra, la adolescente representa a su hermana mayor.