Según el Diccionario de la Real Academia Española, la pasión es, entre otras cosas, “Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra persona” y “Apetito o afición vehemente a algo”.
Como muchas cosas que pensamos, sentimos y hacemos, las pasiones pueden ser buenas o malas, creativas o destructivas, elevadas o bajas, etc.
Para llegar a ser experto en un arte o ciencia, desear ver, convivir y/o tener hijos con alguien, etc. hay que estar apasionado o apasionada.
Pero también se puede estar así cuando se envidia, odia, desea lo ajeno o a alguien sexualmente de forma desordenada o abusiva, etc.
Es decir, estamos ante bajas pasiones cuando nos obsesionados por algo o alguien sin importarnos si haremos algún daño con eso a otros y a nosotros mismos.
En vez de envidiar el progreso y bienestar ajenos, debemos planificar y concentrarnos en lo que podemos lograr nosotros mismos con nuestras propias capacidades.
En vez de lamentarnos, amargarnos y planear vengarnos por los que nos hicieron en alguna etapa de nuestra vida, debemos entender que no podemos cambiar el pasado, pero sí podemos evitar estancarnos para así aprovechar el tiempo en esforzarnos por crear y lograr nuestras metas.
En vez de querer estar con alguien desconocido o, peor, con pareja, o conocido y que nos haya rechazado o que haya terminado con nosotros, siempre podemos conocer eventualmente a otras personas que podrán apreciarnos y aceptarnos.
La vida se acaba, no dura para siempre, en verdad no hay tiempo para envidiar, odiar y forzar una relación no correspondida.