En los escenarios actuales de la vida en tiempo real, todavía hay generaciones que culpan de la crisis actual a las grandes empresas privadas de medios de comunicación. El entretenimiento más longevo, las emisoras de radio, solía llegar a los rincones más alejados del mundo; hoy esos rincones más alejados están interconectados en tiempo real. El porcentaje más pequeño de la población mundial está desconectado del tiempo real debido a su propia recesión o simplemente es ajeno a la actualidad. La cultura lectora de la población académica es fugaz y efímera debido a los millones de informaciones que pululan por el ciberespacio. No es necesario informarse por los medios convencionales de televisión de señal abierta, estaciones de radio, periódicos impresos o digitales; el discernimiento es personal sobre los acontecimientos de la coyuntura nacional e internacional.
Hay cientos de opciones para informarse de la realidad actual en tiempo real, leer la nada de los mismos actores que día con día dicen lo mismo; es patético. Los medios convencionales de una generación que quedó congelada para el usuario congelada en el tiempo; es información sesgada, dirigida, politizada y con intereses económicos. En una sociedad donde hay cientos de opciones para informarse o simplemente entretenerse, depende completamente del usuario lo que quiera consumir del mundo de la información. Las malas noticias que tienen el interés de una clase política y económica, no deben atentar contra la salud mental de millones de usuarios que no eligen despertar de la tradición noticiosa en horas de la mañana, mediodía y noche.
Las opciones que brindan los diferentes espacios de entretenimiento, noticias, cultura, deportes, películas, streaming, juegos y más; hacen que el ser humano no lea nada. Es una bonita forma de desconectarse de la realidad y vivir al son de los latidos del corazón, ya que en algún momento dejará de latir. Los que leen la información convencional y a los mismos opinadores de siempre empiezan el día malhumorado, almuerzan refunfuñando, se acuestan desilusionados con la vida como si vivieran para siempre. La vida es efímera para estar malgastando energía en asuntos intrascendentes que no se remedian escupiendo de un telediario. Si no es una parte determinante de la vida, no es necesario generar rutinas destructivas de salud mental, que se han vuelto precarias con el paso de los años.
Dejar de seguir algunas agendas de noticias locales, nacionales e internacionales; aligerará la vida sana que ayudará a llevar el día a día con tranquilidad, desconectando por completo de asuntos que no atañen a la situación personal. Alejarse de temas negativistas o exageradamente optimistas, conduce a la paz interior de cada individuo. En estos tiempos de voracidad informativa por millones, leer la nada de los medios convencionales es un antídoto perfecto para la tranquilidad interior y la terapia psicológica de las relaciones interpersonales sin sobresaltos. En este párrafo Parménides se complacería en observar acerca de la nada; pues sólo hay ente y no nada.