Dada la coyuntura que vivimos por la pandemia mundial, que ha ocasionado un stand by en las actividades económicas, así como en las actividades personales, el turismo es uno de los campos más afectados en cada rincón del planeta.
Lamentablemente, la propagación del COVID-19 se genera a mayores escalas con el contacto de las personas, llevándolo consigo al movilizarse de un lugar al otro, por esa razón, se hizo indispensable el distanciamiento social, el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad y la declaración de las cuarentenas como medidas urgentes para intentar minimizar los riesgos a los cuales estamos expuestos a diario.
El cierre de fronteras y la prohibición de los viajes locales que se decretaron en algunos puntos específicos del país, convirtió en imposible la acción de viajar y conocer diversas culturas, viviendo innumerables experiencias que enriquecen el alma, en la que se hacen realidad muchos sueños y llenamos de recuerdos el transitar de nuestras vidas. El rol del visitante es el ente que dinamiza el sistema turístico de una determinada localidad porque hace posible la interrelación de la oferta y la demanda en un mercado tan diverso de destinos turísticos, que hasta antes de la pandemia disfrutaban de arribos importantes que luego se reflejaban en el incremento de las economías locales e internacionales.
La Organización Mundial de Turismo (OMT) define al visitante como la persona que viaja a un destino principal distinto al de su entorno habitual, por una duración inferior a un año, con cualquier finalidad principal (ocio, negocios u otro motivo personal) que no sea la de ser empleado por una entidad residente en el país o lugar visitado. Un visitante (interno, receptor o emisor) se clasifica como turista (o visitante que pernocta), o como visitante del día (o excursionista) en caso contrario.
El panorama actual en la actividad turística, realiza mesas de diálogos virtuales con la finalidad de debatir estrategias, además de proponer planes y propuestas que permitan iniciar una reactivación a largo plazo, ya que los traslados de las personas serán autorizadas de forma progresiva. Dicho esto, existe retos que afrontar, lo pertinente es optimizar el tiempo mejorando las problemáticas evidentes en el sector, emprender el trabajo articulado entre las empresas prestadoras de servicios turísticos y las instituciones públicas, enfocados en ofrecer actividades vivenciales genuinas a los visitantes, identificando atributos físicos y emocionales en un destino, capaces de transmitir sensaciones de confianza, seguridad, salubridad, responsabilidad y personalización. Así como tener una comunicación visible, un valor agregado y el soporte en medios electrónicos, tecnologías o storytelling.
En el rol de visitante, se identifica la satisfacción de necesidades y expectativas, es una brecha muy sensible entre el servicio ofrecido y la percepción; la nueva normalidad nos conduce a la adaptación de nuevos modelos de consumo como customer journey (experiencia del cliente), customer lifetime value (valor del tiempo de vida del cliente) y customer acquisition cost (costo de lograr que un cliente compre un producto / servicio). Por lo que, se debe diseñar productos turísticos que otorguen experiencias memorables y que involucre sus sentidos, sus emociones, sentimientos, es decir que favorezca el desarrollo personal de los visitantes, desarrollados en espacios al aire libre y de contacto directo con la naturaleza.