En la actualidad, poco a poco y conforme los días van pasando, la situación que se observa a través de los medios de comunicación y los datos estadísticos del coronavirus que se incrementan, minuto a minuto, están ocasionando el surgimiento de una nueva pandemia que nos acompañará de manera permanente e indeterminada, la cual va debilitando el aspecto emocional de los ciudadanos peruanos.
Pareciera que la cruel pandemia nos irá dejando a su descendiente que, ahora, gobernará la vida del ser humano, sin políticas de democracia y ningún tipo de estatus social, racial o de cualquier otra índole, característica propia de su antecesor. De manera que, se aproxima la monarquía del estrés, del cual gracias a las investigaciones científicas del Instituto Canadiense de Estrés, hoy sabemos que se presenta en seis tipos.
El Loco acelerado goza de largos periodos de fatiga después de esfuerzos intensos y está perturbado emocionalmente. El Debilucho cuya energía se desvanece y sufre de dolores musculares, lumbares y de cabeza, a veces llega a la depresión. El A la deriva que a menudo se siente insatisfecho, pues cree que algo falta en su vida. El Solitario que se siente solo e incómodo con los demás, a menudo insatisfecho en las relaciones de confianza.
El Va en picado, a menudo obeso, que vive al límite, con un estilo de vida de paciencia y autoabuso, con hábitos de salud y alimentación muy malos y candidato para un ataque de corazón. El Señor preocupación quien vive con frecuente ansiedad sobre el futuro y angustias por el pasado, crea problemas donde no los hay, y sufre de dolores de cabeza por tensión. Por tanto, todos tenemos algo de cada tipo y ninguna persona cabe perfectamente en uno solo, ya que estos describen casos extremos.
De esta manera, se puede deducir que el estrés en sus distintas facetas nos acompañará de manera incierta. Frente a ello, se deben desarrollar actividades que conlleven a la empatía y resiliencia dentro del hogar, los cuales también nos ayudarán a enfrentar la angustia, desesperanza, miedo e incertidumbre ocasionada por diversas circunstancias propias de la situación actual de aislamiento en la que vivimos.
Solo así tendremos las armas idóneas para desafiar al próximo enemigo que, de manera muy lenta y suspicaz, se viene acercando, cual un ladrón a su víctima o animal salvaje que va rondando su presa.
En fin, depende mucho de cada persona integrante de un hogar el aportar o no al bienestar de su familia, con la cual viene conviviendo durante este tiempo, aún más si se tienen personas vulnerables cerca. No dejemos que esta situación adversa se desencadene en un trastorno depresivo persistente que pudiera ocasionar muchos traumas familiares; al contrario, ayudemos a superar los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración que pudieran interferir con la vida diaria.
No dejemos que el próximo enemigo ingrese a nuestro hogar, donde instaure su trono y cobre víctimas inocentes; dejemos a un lado los intereses personales, el egocentrismo, la codicia, la envidia y otros males que no ayudan a desarrollar la empatía y reflexionar como seres humanos. ¡Familias unidas, familias seguras!