El ser humano, a lo largo de la historia, se ha planteado diversas preguntas, de las cuales aún no ha hallado la respuesta; por ejemplo, no ha faltado alguien que se haya preguntado quién es, cuál es su propósito en este mundo o cómo será su final.
Por ende, en la sociedad actual, se observa que muchos aún no descubren quiénes son, ni qué rol deben cumplir en la sociedad, lo único que saben es que son mortales, aunque no quisieran serlo, y que en algún momento su existir terminará. Sin embargo, no se preocupan por la imagen que de sí dejarán o los daños que ocasionarán a sus semejantes, una vez que ellos se ausenten del mundo.
Por otro lado, es necesario mencionar que el ser humano, constituido por cuerpo y alma tiene como principal medio de expresión su personalidad, es decir, el comportamiento, siendo este el que determina, por un lado, quién es o qué finalidad tiene dentro de la sociedad en la que vive; asimismo, si este ser humano ha aportado a la sociedad o ha transgredido ciertas normas que afectaron a los demás.
Tal como Albert Camus manifiesta “El hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es”, puesto que a pesar de su naturaleza racional se deja llevar por las necesidades materiales, creyendo que estas lo acompañarán por la eternidad, dejando a un lado su espiritualidad o su lado más humano. Un aspecto que si lo evaluara le ayudaría a reflexionar y renovar su vida.
De lo antes mencionado, se observa que en la situación actual en que vivimos, sumidos en la desesperación, angustia, insomnio, miedo y muerte, a causa de la pandemia, existen personas como algunos médicos, policías y demás profesionales que van arriesgando sus vidas a fin de salvaguardar la integridad de los ciudadanos; mientras, que otras, van aprovechando las circunstancias para llenarse los bolsillos de manera ilegal, atentando contra la integridad, la economía y la vida de su prójimo, sin importarle nada.
Por tanto, se puede afirmar que el hombre, a pesar de su naturaleza racional, se está dejando llevar por la avaricia, codicia y egoísmo, sin importarle que nuestro país esté atravesando por una situación de crisis económica y sanitaria.
En otras palabras, el ser humano se está transformando en un ser inhumano, indiferente y cruel, pues hasta profesionales de la salud, políticos y policías, se han visto inmiscuidos en casos de sobrevaloración de precios de equipos de protección personal, pruebas rápidas y moleculares, respiradores artificiales, entre otros, así como robos de medicinas e insumos de aseo; sobreprecio y sustitución de productos en la distribución de las canastas básicas familiares destinadas a las personas vulnerables; además, del sobreprecio de balones y recargas de oxígeno medicinal por parte de las empresas que las abastecen, manifestándose así la crisis humanitaria.
En fin, nuestro país viene atravesando, además de una crisis económica y sanitaria, una crisis humanitaria caracterizada por una situación de emergencia que amenaza la vida, salud, seguridad o bienestar de los ciudadanos. Todo ello manifiesto en las situaciones de corrupción que se vienen presentando, pese a estar viviendo en un contexto crucial a causa de la pandemia. Frente a ello cada persona debe preguntarse ¿quién soy?, reflexionando para darse una respuesta.