El ser humano ha tenido a lo largo de su existir periodos de calma en los que ha gozado de eventos sublimes que enaltecieron su existencia,
pero también épocas de tempestad, en los cuales acaecieron sucesos inolvidables que marcaron su vida. Como Gabriel García Márquez lo manifiesta “La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”, es decir, el hombre para subsistir tiene que adaptarse a un sinnúmero de situaciones que se presentan, ese es el ritmo de la vida que el hombre afronta cada día.
No obstante, el hombre, como ser libre, se ha sentido dueño del medio que lo rodea, dedicándose a explotar y dañar la naturaleza, sin medir las consecuencias que ocasionaría en su vida. De este modo, el periodo de cuarentena decretado como medida sanitaria, frente a un problema mundial de expansión de un virus letal, ha beneficiado al medio ambiente que, hoy en día, se observa en calma, armonía y paz, puesto que en los diversos lugares del mundo se ha observado que diversas especies animales han dejado su hábitat y aproximado a lugares que antes eran frecuentados solo por humanos.
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Del mismo modo, la reducción de gases de efecto invernadero han permitido ver cielos claros y aguas cristalinas, al mismo tiempo que las ciudades se observan libres de contaminación. Hechos que nos han puesto en manifiesto que nuestro planeta respira.
Diversas especies animales, en distintas partes del mundo, han revelado episodios que demuestran que, cuando el hombre se ausenta, la naturaleza recupera su lugar. La naturaleza está en sosiego tras la ausencia de aquel hombre moderno contaminador, insaciable y perjudicial que con su arbitrariedad ha degenerado al medio ambiente, pensando solo en acumular riquezas y bienes para sí, sin pensar en la depredación que va ocasionando. En tanto que, la humanidad se halla en un ambiente tempestuoso lleno de muerte, angustia, miedo, desesperación e insomnio, pues no sabe quién será la próxima víctima, si está frente a ella o si es un portador asintomático que, inintencionadamente, va contagiando a los suyos y demás personas con quienes tuvo contacto.
el hombre antropocéntrico no ha sabido apreciarla, ya que su vida rutinaria llena de aspiraciones y preocupaciones insulsas lo han convertido en un ser insensible e indigno,
Por otro lado, nuestro planeta seguirá disfrutando del descanso merecido después de soportar miles de años de salvajismo humano. Mientras, el hombre tendrá que soportar, día a día, un ambiente de tormenta ocasionada por la codicia de su progenie y por las ínsulas de poder de sus congéneres; una tempestad que poco a poco arrasará con los más vulnerables ocasionando grandes pérdidas humanas, además de crisis económica que se manifiesta a nivel mundial.
En suma, tal como lo manifiesta Henry David Thoreau, “En la naturaleza está la preservación del mundo”; sin embargo, el hombre antropocéntrico no ha sabido apreciarla, ya que su vida rutinaria llena de aspiraciones y preocupaciones insulsas lo han convertido en un ser insensible e indigno, pues no comprende la finitud de la naturaleza. Por tanto, el hombre tendrá que cambiar su modo de vida, no de manera voluntaria como debiera ser, sino a causa de una pandemia que lo amenaza de muerte, cual un revólver en la sien.