No cabe duda, que la sostenibilidad hoy en día está extendida en casi todas las actividades productivas, esto implica que el sector empresarial no está exento de constituir uno de los actores principales que promueven activamente la transformación desde un enfoque ambiental y social.
En ese sentido, el término de sostenibilidad que viene arraigado desde varias décadas atrás, hasta el momento sigue causando ciertas dudas en lograr concretizar sobre resultados tangibles, existiendo cierta ambigüedad en sus mediciones, más allá de las buenas intenciones coloquiales que se tenga, éstas aún generan cierto nivel de incredulidad en precisar efectividad sobre éstas.
Entonces, cabe la reflexión que, si no se puede medir la sostenibilidad, más allá de la definición que es promovida por el informe Brundtland, aún impregnada de la incuantificable inspiración que emana la utopía, quizás la cuestión de fondo es lograr medir, ciertamente lo que promovía William Thomson (Lord Kelvin), físico y matemático británico (1824 – 1907) tenga razón “…Lo que no se define no se puede medir. Lo que no se mide, no se puede mejorar”, con ello no basta el simple hecho de las declaraciones, se requiere alcanzar resultados.
Éstas se deben medir por medio de indicadores que logren satisfacer sobre las expectativas generadas y ofrezcan oportunidad de opciones medibles en función a las necesidades que requieran, sólo así permitirá alcanzar impactos favorables, cuanto más globales y claros mejor.
Queda entonces dimensionar la sostenibilidad, con indicadores que precisen si las acciones que se está conllevando estén alineadas en la dirección correcta y en ese sentido lograr el objetivo de generar condiciones adecuadas en un entorno en el que puedan satisfacer necesidades en las próximas generaciones.
A menudo se van precisando estos indicadores con fines de evaluar incidencias de los procesos productivos, así en el caso del medio ambiente, las mediciones comunes se van precisando, utilizando la huella ecológica, carbono, hídrica y social.
En el caso de las empresas, un indicador de la sostenibilidad constituye un factor en el que se pueda medir y contribuye a que un negocio sea sostenible, lo que traduce si se logra tener la capacidad de genera valor en lo económico, ambiental y social.
Incluso desde la perspectiva de las Naciones Unidas promueve la sostenibilidad corporativa considerando cinco pasos fundamentales: Actuar de manera responsable, conforme a los principios universales; dinamizar acciones que apoyen a la sociedad; comprometerse con la sostenibilidad de los cimientos de una empresa al nivel más elevado; publicar informes anuales de logros y esfuerzos y alentar una implicación con las comunidades locales de las que forma parte.
En el mejor entendimiento se ha desarrollado una serie de indicadores por medio de las llamadas KPI´s, medidores de rendimiento que logra interpretar si las empresas están alineados a lograr sus objetivos, queda entonces que se persigue una política de desarrollo sostenible, cuando se busca un crecimiento equilibrado a largo plazo, de las distintas partes (recursos humanos, clientes, proveedores, socios, accionistas y entre otros).