Puleo (citado por Calero, 2019, p. s/p) manifestó: “El ecofeminismo es una mirada nueva sobre la naturaleza y el mundo en que vivimos. Propone redefinir el papel del ser humano tras una larga historia de marginación hacia las mujeres, que siempre han ocupado una posición periférica del poder, más vinculada al cuidado que al dominio”.
El sistema imperante es el capitalismo de los países occidentales, cuya lógica es la acumulación del dinero mediante la devastación de la naturaleza, generando agotamiento de recursos como: bosques, agua dulce, fauna, etc. Los dueños y amos del mundo salvarán sus bancos, menos la ecología. Por eso, el rol fundamental de los ecofeministas es la defensa y preservación de la vida y del territorio.
Las luchas de los eco-feministas se inician con el movimiento Chipko (abrazar) en la India. La palabra hindú “Chipko” significa “abrazar” y se emplea para calificar a este movimiento, ya que las campesinas conmovidas abrazan, cantando, a los árboles interponiéndose ante los leñadores para evitar la tala. Al respecto, Bhatt dice: “Salvar los árboles es sólo una primera etapa en la lucha del movimiento chipko. El verdadero objetivo es salvarnos nosotros. Nuestro futuro está unido a los árboles”.
Las mujeres históricas nacieron para no morir, tal como manifiesta Wangari Maathai, mujer africana de Kenia: “La tierra estaba desnuda. Mi misión fue intentar vestirla de verde”. Su contribución es el movimiento del Cinturón Verde (Green Belt Movement), cuyo producto de la iniciativa son 30 millones de árboles plantados en su país y la ocupación de 50 mil mujeres pobres en diferentes viveros, a raíz del cual, en 2004, le otorgaron el Premio Nobel de la Paz.
Por otro lado, las madres y abuelas de Plaza de Mayo, en Argentina, iniciaron su marcha en abril de 1977; sus protestas buscaban denunciar la dictadura militar que instauró el terrorismo del Estado. Las madres argentinas defendían la vida, de allí la interrogante ¿dónde estaban los varones? Ellas persistían, todos los jueves, en la búsqueda de sus hijos desaparecidos. Muchas madres, que no enterraron a su ser amado, esperaban para siempre ansiando su retorno; a ellas les decían locas porque amaban, incondicionalmente, con fuerza de volver a ver.
Por ende, la responsabilidad de lucha por la ecología y por la vida es una gran tarea para la mujer. Es por eso que, todos deberíamos responsabilizarnos por la depredación de la naturaleza ocasionada por el capitalismo.
Las ecofeministas están luchando contra la violencia generada por el modelo patriarcal, el cual cultural e históricamente formó seres machistas que cometen feminicidio en todas partes del mundo. Ellas enfrentan al capitalismo que devasta la naturaleza y genera enfermedades en los seres vivientes, a causa de los productos químicos y transgénicos.
En fin, la esencia de las mujeres es su conexión con la naturaleza, creadora de vida; es decir, ellas están comprometidas con la defensa de la naturaleza y de su territorio, pues gracias a ellas todavía existen las tribus amazónicas. Hoy tenemos como defensoras de la naturaleza a madres, filósofas, políticas, ideólogas, etc. Sus luchas son legítimas y justificadas porque su propósito es la vida. ellas pueden denunciar a través del arte, como Elina Chauvet, quien a través de su obra “Zapatos rojos” nos grita al oído su repudio al feminicidio.
La lucha empezó en todos los rincones del mundo. ¡Viva la lucha eco-feminista!