Las expresiones culturales que posee una comunidad como parte de sus características y particularidades lo convierten en aquella exquisitez propicia para todos los interesados en conocer culturas distintas y aceptar la diversidad que nos rodea, de la misma forma su capacidad de empatizar con su entorno y el respeto a la multiculturalidad.
El turismo cultural es la modalidad que permite trabajar con una “materia prima” que se amolda a los requerimientos, necesidades y expectativas de los visitantes, de acorde incluso a sus motivaciones específicas, por ello van desde las visitas a representaciones arquitectónicas, arqueológicas e históricas que pueden observarse directamente mediante los recorridos debidamente señalizados o en la propuesta de ponerlo en valor para su conservación y sostenibilidad en el tiempo; por otro lado, tenemos a las manifestaciones culturales en vivencias como las danzas, la música, las fiestas patronales, costumbres, usos, leyendas, entre otros que hoy en día, se disfrutan con mayor realce porque permiten una interacción totalmente genuina con la comunidad local.
El panorama de postpandemia actual describe como parte del perfil de los nuevos viajeros, la iniciativa de participar de forma más activa, más vivencial conociendo las costumbres de la comunidad que lo alberga, siendo el mercado del turismo receptivo los de procedencia estadounidense, quienes son exploradores sofisticados por experiencia y disfrutan de conocer nuevas culturas y tradiciones durante su viaje, y el 95% está interesado en visitar atracciones culturales. Es entonces, el turista que está más interesado en descubrir, participar y aprender de cerca el estilo de vida cultural del destino.
Un segmento interesante, son los millennials, cuyas edades oscilan entre los 30 y los 40 años aproximadamente, son los que viajan con mayor frecuencia que otros grupos etéreos, muestran un predominante interés por le patrimonio intangible como la cultura popular, tradiciones e historias mitológicas.
Entre otras modalidades tenemos al Turismo Comunitario, el cual vende al turista experiencias vinculadas a la comunidad receptora, con la cual interactúa y participa mediante prácticas propias de las actividades económicas principales que desempeña la población, realizándose programas e itinerarios participativos que fomentan el turismo local y mejora la calidad de vida de la comunidad beneficiaria.
Además, adhiriendo el concepto de desarrollo sostenible al turismo cultural, se puede definir como la oportunidad que permite relacionar la cultura y la creatividad mediante su uso turístico, donde la cultura es la esencia y el elemento principal, entre los que destaca la cultura local y la cultura turística, todo con el objetivo de promover formas más sostenibles de consumo y producción de los servicios turísticos y las experiencias inherentes en la misma. El turismo sostenible resulta que no solo gira en torno a la conservación de las zonas naturales, sino que se proyecta a comportamientos amigables con la calidad de vida de los visitantes y de aquellos quienes la reciben.
Finalmente, se puede priorizar que el turismo cultural tiene la capacidad de responder a las elevadas expectativas del perfil del nuevo turista, sobre todo en épocas postpandemia, generando experiencias creativas y acercándose a la cultura de los destinos que visita de manera más participativa, sin dejar de lado, aspectos como la conservación y preservación del patrimonio cultural material e inmaterial que identifica a las comunidades.