Incursionamos en esta ocasión en una psicología del arte de carácter psicodinámico e interpretativo, sobre la base de una obra pictórica de una artista ayacuchana. Como concepto teórico general usamos el “proceso de individuación” del psicoanalista Carl Gustav Jung; no obstante, la prioridad es la interpretación psicodinámica sobre la base de los diálogos con la artista en su taller. La metodología empleada es cualitativa, haciendo uso de la interpretación psicoanalítica-hermenéutica-fenomenológica.
Incursionamos en esta ocasión en una psicología del arte de carácter psicodinámico e interpretativo, sobre la base de una obra pictórica de una artista ayacuchana. Como concepto teórico general usamos el “proceso de individuación” del psicoanalista Carl Gustav Jung; no obstante, la prioridad es la interpretación psicodinámica sobre la base de los diálogos con la artista en su taller. La metodología empleada es cualitativa, haciendo uso de la interpretación psicoanalítica-hermenéutica-fenomenológica. Cómo técnica realizamos varias entrevistas abiertas en diferentes días en el taller de la artista. Con esta estrategia de carácter “proyectivo-terapéutico”, se fue construyendo, reconstruyendo y “recordando” el proceso de creación de las obras de arte que llegó a develar la parte biográfica de la artista emergiendo en el proceso de las entrevistas emociones, sentimientos y rasgos de la transferencia proyectados hacia la obra de arte. La obra pictórica ha sido el estímulo desencadenante para que la artista accediera a sus recuerdos y pudiera relatar el origen del cuadro y los motivos vitales y existenciales que le llevaron a su creación. Por otro lado, mi presencia como terapeuta hacía de “contenedor emocional del discurso” redirigiendo las preguntas hacia el análisis de la profundidad de la obra y el acceso al mundo psíquico inconsciente. La artista fue integrante del grupo social Familia Cosmovisión Andina Ángeles Custodios de Ayacucho, con el cual conviví muchos años y realicé una investigación en el campo de la antropología de la religión y la medicina tradicional andina. Por lo tanto, manteníamos una amistad de muchos años y unos códigos culturales, cosmovisivos y experiencias comunes que facilitó la posibilidad de realizar este trabajo, con la confianza y la apertura interna abierta a la interpretación antropológica y psicodinámica. Por limitaciones de espacio, el escrito es una síntesis interpretativa del trabajo realizado.
Esta obra la artista la ha denominado “el inconsciente femenino” que, partiendo de lo figurativo, se inclina hacia una obra abstracta de carácter onírico-esotérico. Hacemos uso del concepto del “sí mismo” de Carl Gustav Jung, es decir, “el proceso de individuación”. De acuerdo a la teoría junguiana, interpretamos el proceso de individuación como un camino existencial que el individuo recorre psíquicamente en la búsqueda de su autorrealización y la felicidad plena, siguiendo arquetipos simbólicos que le dirigen en la consecución de unos comportamientos determinados. La interpretación hermenéutica y psicoanalítica realizada junto con la artista es la siguiente: El túnel de luz representa “el inconsciente femenino” el cual viene de otra dimensión, llegando la figura de la mujer a la consciencia onírica. Habría que profundizar más este detalle, ya que parece paradójico que el túnel aparece iluminado y la parte delantera con mayor opacidad, no sabríamos si realmente el final del túnel es la consciencia y la artista se encuentra despierta en una parte del inconsciente mismo representando a su vez la “sombra” y el “animus” de Carl Gustav Jung. Técnicamente, el claro y el oscuro puede ser con motivo de la diferenciación de primeros planos y últimos planos, atendiendo a la representación pictórica en dos dimensiones, con motivo de generar una perspectiva y una profundidad. Sobre la cabeza de la mujer, según relata la artista, se encuentra ubicada la glándula pineal, hormona encargada de dar acceso a otras dimensiones según las enseñanzas esotéricas. En los pies se simboliza la raíz de la Madre Tierra. Hay una conexión entre el cielo y la tierra representada en la figura femenina entre la cabeza y los pies, adoptando además el mismo color cromático, el dorado como representación de la luz de la consciencia. Biográficamente, la artista en la vida real es madre soltera y tiene un hijo. En el cuadro, la mujer se cubre el vientre con el brazo izquierdo manifestando que no quiere tener más hijos. La expresión de su rostro es pacífica y no es de rechazo agresivo malhumorado. No quería que el hombre la dañase, el golpe que le ha dado la vida al tener el hijo a los 23 años ha hecho que sea más insegura, más reservada en su personalidad, y se manifiesta en la composición pictórica y cromáticamente en el hielo y los colores fríos, una introversión replegada emocionalmente. La artista es una persona que venía trabajando un camino de desarrollo interior espiritual desde adolescente por inquietudes innatas y por disposiciones familiares como su madre. Tenía conocimientos de la alquimia y seguía enseñanzas de carácter esotéricas como la gnosis de Samael Aun Weor, la alquimia sexual y el sincretismo religioso andino junto a la Cosmovisión Andina. La artista pertenecía a la asociación Familia Cosmovisión Andina Ángeles Custodios de Ayacucho, lugar donde promueven la medicina tradicional andina mediante la intervención de los elementales de las montañas andinas denominados Apus y el elemental de la tierra denominada Santa Tierra. La educación que ha recibido la artista por parte de su madre se enmarca en una ideología del ser humano espiritual y de transformación existencial con propósito evolutivo más allá de la tierra. Estos valores y la educación recibida se plasman en las obras pictóricas de la autora buscando el sentido de la vida a través del arte. La artista relata:
Existe vida más allá de esta existencia, pero estamos en esta tierra con fines las cuales se basan en pruebas y lecciones que nos dan para así y solo así llegar a la verdad que siempre uno busca, caen o no siempre levantándonos. Las pruebas nos hacen fuertes, el problema es que no estamos despiertos y atentos (entrevista en su taller, junio 2019).
La artista interpreta que las esferas que cuelgan suspendidas en el aire al lado de los pies de la mujer serían los poderes espirituales que han quedado dormidos por tener familia en un momento no debido de su vida y no planificado, y siendo una persona que transmite que “no es del común se volvió común” como suele ver en su entorno. La artista continúa relatando:
Los papas[1] dicen: cuando el varón y la mujer practiquen la magia sexual no deberían derramar el vaso de Hermes, porque si nosotros vamos evolucionando así, de poco a poco va subiendo la energía por la columna vertebral, hasta conseguir el proceso de cristificación y despertar el tercer ojo y la glándula pineal (entrevista en su taller, junio 2019).
El mensaje que transmite la artista es que el proceso de individuación junguiano se paralizó y cayo de la luz a la sombra. Los dones que tenía como cualidades psicológicas y espirituales se suspendieron. Se suspendió el proceso de trabajo espiritual porque no podía continuarlo debido al proceso de gestación. Ella se preparaba sola en su trabajo interior y ha sido “un golpe de la vida” que conoció a alguien más débil que ella, en el sentido de que la pareja no cree en Dios y en los Apus y en el camino espiritual. La artista relata que no es mala la situación vivida, pero sí que la pareja no estaba en el camino espiritual y eso le afectó. Después de este proceso de parálisis existencial la artista pinta sus dos siguientes obras respondiendo a sus estados emocionales y psíquicos: la “Angustia” con el nacimiento del niño asumiendo los roles de madre primeriza y después la “Ausencia y el vacío” existencial. Para terminar, en la actualidad, lo revisaría a la luz de los “Fundamentos de la Sabiduría Hiperbórea” de Nimrod de Rosario, donde plantea que todo este mundo creado por el demiurgo es un engaño donde los humanos somos programados para seguir unos designios y arquetipos psicoideos que nos llevan a cumplir una entelequia como finalidad.
[1] El término “papa” hace referencia a los Apus, seres tutelares de las montañas andinas, con los cuales las personas conversan y consultan sus problemas de la vida a través de la invocación del Pongo, la persona que ha sido preparada para ser intermediario de los Apus y los seres humanos.