Los académicos y profesionales de todos los campos reconocen cada vez más que los modelos de negocio que se enrumban a una economía circular pueden ser una palanca eficaz para resolver problemas ecológicos persistentes.
Estos problemas son, el cambio climático, pérdida masiva de biodiversidad, escases de recursos, entre otros; urge un cambio social para lograr una justicia intergeneracional y crear un futuro sostenible. A pesar del creciente interés en el potencial de los modelos comerciales circulares, las interconexiones entre las dimensiones organizacionales y sus procesos de innovación siguen sin ser explorados.
El sistema unidireccional de producción y consumo, conocido como «tomar-hacer-desechar» es un modelo basado en una visión de expansión económica continua y de extracción perpetua de materia prima, que ha ejercido una enorme presión sobre la naturaleza. Se ha hecho evidente que el enfoque económico actual no puede sostenerse en un planeta con recursos finitos y limitados.
Este modelo de transición ha ganado una popularidad creciente, gracias a su política, que busca procesar los residuos con la producción a través del reciclaje y reutilización de subproductos, e intenta preservar el valor inherente de sus componentes, maximizando el número de fases de uso consecutivo y tiempo de uso en cada una de estas, a través de la reparación, mantenimiento, actualización, reventa, renovación, remanufactura.
Bajo esta perspectiva se argumenta que el crecimiento económico continuo puede perpetuarse desacoplando la expansión de las cargas ecológicas. Representando una clara diferencia con el pensamiento y la práctica lineales, las mismas que giran velozmente dentro del orden económico imperante.
La importancia de los modelos de negocio innovadores para acelerar el cambio hacia una economía circular, requiere instrumentos para el “proceso de mutación”, que buscan desencadenar irritaciones del mercado y, por extensión, la reestructuración de procesos organizativos de sociedades enteras, ya que acoplan múltiples actores sociales, quienes son mediadores entre las esferas de producción y consumo.
Una pregunta crítica que permanece sin respuesta en la literatura existente sobre modelos comerciales circulares es ¿Cómo las empresas pueden navegar con éxito durante las transiciones corporativas a la circularidad?
Planear un objetivo articulado desde una posición de modernización ecológica, es legítimo y está justificado. Las empresas pueden adoptar modos de creación de valor circular y ofertas, centrándose en aspectos sensibles, motivacionales, impulsores y de innovación; mejorar la competitividad, aumentar la rentabilidad, reducir la demanda de insumos de recursos energéticos y físicos.
Atraer nuevos segmentos de clientes conscientes del medio ambiente; o volverse más autónomos e independientes de los volátiles mercados de materias primas, del mercado financiero, de los riesgos y barreras institucionales y en especial de las rutinas diarias en los negocios.
Desde una perspectiva subjetiva, los modelos comerciales circulares son imágenes de representantes de empresas y personas que están directa y/o indirectamente influenciadas por la empresa y cómo estas personas interpretan la creación de valor, por lo tanto, son modelos mentales o esquemas cognitivos de individuos que construyen subjetivamente sus propias representaciones marcando límites entre la empresa y su entorno contaminante, sus procedimientos para interacción social y proyecciones para el desarrollo futuro.
Estas son megatendencias socioecológicas, que requirieren respuesta y que la pueden encontrar en el Modelo Comercial Circular.