Algunos galimatías de la cuarentena traumática, siempre es un termómetro para medir la desesperación humana en su condición irracional. Me recuerda a Los Kjarkas con su famosa obra musical Llorando se fue: … Llorando estará, recordando el amor / Que un día no supo cuidar…, pero es una melodía extraordinaria.
También en ritmo de La Lambada que más me fascina, para gozar con sus letras hasta la polución, en esencia y fenómeno. Como la música queda en el inconsciente colectivo e individual, de rato en rato me recuerda que Llorando se fue y me pongo a llorar a carcajadas.
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Como mis vecinos hicieron un alboroto con tintes catequistas de que: “Dios perdona el pecado, pero no el escándalo”. Las escandalosas Waripoleras de la película El aro y los Hooligan liliputienses andinos, emergieron de su Caverna platónica para rebuznar disparates al aire. A estos escandalosos les bastaría como lectura obligatoria La República de Platón, específicamente el Libro VII, tal vez así podrían recuperar su dignidad mancillada y gritar ¡Libertad! Como me fascina la canción: Llorando se fue, el antídoto perfecto es la Alegoría del Mito de la Caverna de Platón, que liberaría al náufrago escandaloso empantanado en su baño de silo. ¡Eh, te lo recito!
-Pues ahora -dije- observa, ¡oh, Glaucón!, que tampoco vamos a perjudicar a los filósofos que haya entre nosotros, sino a obligarles, con palabras razonables, a que se cuiden de los demás y les protejan. Les diremos que es natural que las gentes tales que haya en las demás ciudades no participen de los trabajos de ellas, porque se forman solos, contra la voluntad de sus respectivos gobiernos, y, cuando alguien se forma solo y no debe a nadie su crianza, es justo que tampoco se preocupe de reintegrar a nadie el importe de ella (Platón, 2004, p.498)
Los vecinos siempre desgracian la convivencia en este mundo utópico, sonríen con frecuencia a Tomás Moro y su Utopía. Yo me desgracio la vida por ser el diferente a mis vecinos. Porque, ellos pertenecen a Un mundo feliz de Aldous Huxley. Me queda en la vida solo desear, pero no sé qué, ni me importa. Este vecino escandaloso, por gusto se jala los vellos púbicos, es imposible que yo pueda superar al viejo Sócrates: “Yo solo sé que no sé nada” fundamentado minuciosamente en la Apología de Sócrates de Platón. Como soy ferviente admirador de Emil Cioran en especial de El breviario de podredumbre, tengo que soportar la convivencia con mis vecinos quejumbrosos, apelando a la diplomacia que, en el fondo es una total hipocresía, lo sabes vecinito.
Tranquilo veci, un espacio jamás será ocupado por dos, es una ley científica.
Por ahora me basta gozar con el coro de la música Tendría que llorar por ti de mi promo: José Luis Rodríguez El Puma: Tendría que llorar por ti / y me río como un loco / Tendría que llorar por ti / y no tengo ni una lágrima / has tirado nuestro amor por la ventana / Y me río, me río, me río. Tranquilo veci, un espacio jamás será ocupado por dos, es una ley científica.
Referencia bibliográfica.
Platón (2004). La República. Santa Fe, Argentina: El Cid Editor. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/bibliotecaunah/35993?page=498