Por motivos laborales, estoy viviendo en la pequeña ciudad de Huanta, provincia del departamento andino de Ayacucho, desde hace dos meses, que tiene un clima cálido de día y frío de noche, a diferencia de la ciudad costeña de Lima, capital del Perú, de donde vengo, que está nublada gran parte del año a excepción del verano.
Uno puede llegar caminando a cualquier mercado e institución pública o privada huantina y si está apurado puede tomar uno de los muchos mototaxis que abundan.
La mayoría de la gente de Huanta con que me he cruzado en la calle es muy educada, saluda incluso a foráneos como yo y si son varones que me conocen, se detienen para darme un apretón de manos. En Lima, la gente que no se conoce no se mira siquiera, y los únicos desconocidos que me han saludado algunas veces son los del serenazgo del distrito limeño de clase media de San Isidro cuando he pasado de noche por ahí.
A diferencia del centro de Lima, el de Huanta está pulcramente pavimentado y sin baches y es tan limpio que solo hay tachos de basura en los parques, no en las demás vías públicas. Para mi decepción, si uno observa bien se pueden hallar restos de bolsas y envases plásticos en las laderas de tierra junto a algunas paredes. Con todo, a pesar de que en Lima cuadrada hay bastantes policías y serenos para ahuyentar a los marchantes, laborales, sociales o políticos y vendedores ambulantes o callejeros, diversas pistas, veredas y paredes son usadas como urinarios e incluso letrinas.
Hasta la fecha solo he encontrado a una señora limpiando la expulsión oral de una persona fiestera y a un poblador dormido en la calle, obviamente, alcoholizado, eso sí, con sus zapatos puestos. En Lima ya se los hubieran sacado. A propósito, aquí la gente camina sin temor a ser asaltada o a qué le arrebaten su celular a diferencia de Lima u otra ciudad grande como Huamanga, la capital del Ayacucho. Y los extranjeros que he encontrado no pasan de tres trabajadores, y, como es de conocimiento público, en diversos distritos limeños hay muchos que son laboriosos, pero también hay muchos delincuentes peligrosos.