Las mascarillas utilizadas contra el Coronavirus COVID-19 constituyen el último paso de la escala jerárquica de prevención, siendo un filtro que obviamente permite el paso del aire, pero dificulta la penetración de las partículas que trae consigo como polvo fino, fibras y virus, al atraparlos en la malla del filtro.
El orden de magnitud del diámetro del coronavirus que tiene una forma redondeada es bastante similar al de las fibras de amianto que se miden en nanómetros, es decir, una millonésima parte de un milímetro. Su diámetro es aproximadamente 600 veces más pequeño que el del cabello.
El coronavirus es transmitido por el líquido biológico de la respiración, que se acentúa con la tos y los estornudos (gotitas y aerosoles) y, por lo tanto, esto favorece su captura por los tejidos hidrofílicos, es decir, que absorben el agua, de la cual se hacen precisamente las mascarillas, por lo que estas se hacen más efectivas cuanto más estrecha sea la malla de su porosidad; sin embargo, hay que tener cuidado de que cuanto más estrecha sea la malla de la mascarilla, mayor será la dificultad para respirar.
El uso incorrecto cancela su acción protectora, además de ponerlo y quitarlo repetidamente, quizás descansando sobre la barbilla o el cuello, con el consiguiente riesgo adicional de contaminación del interior de la misma mascarilla con el resultado de un efecto contraproducente. Una vez en uso, es mejor mantenerlo hasta el final de sus labores, sin quitárselo a cada rato.
Está claro que la mascarilla no debe reciclarse, ni lavarse ya que las fibras de las telas se separan después del lavado y dejarán pasar todo lo que arrastra el aire, incluido los virus, pero en condiciones de extrema emergencia, en lugar de su uso inadecuado, lave mejor con alcohol desnaturalizado, dada la alta sensibilidad del Coronavirus a este desinfectante, evitando el uso del alcohol de 96º, que se volatiliza inmediatamente y no le da tiempo para destruir al virus.
Hay mascarillas con válvula que facilitan la respiración, porque el aire exhalado, a diferencia del aire inhalado que debe atravesar la barrera filtrante formada por el tejido de la mascarilla, puede salir encontrando poca resistencia y, por lo tanto, se favorece su tolerabilidad, pero solo se protege a sí mismo y no a los demás, porque el aire exhalado podría transportar el virus si el usuario estuviera infectado; por lo tanto, es apropiado para el personal certificado como no infectado.
En las mascarillas sin válvula sucede que el aire inhalado pasa a través del filtro y el aire exhalado sale también filtrado o sin virus, en caso de que el usuario esté infectado, es decir el aire sale a través de la misma barrera de filtrado siempre constituida por la mascarilla, ciertamente hace que la respiración sea más agotadora porque la humectación del tejido de la mascarilla reduce aún más el diámetro de los poros a través de los cuales sale el aire, por lo tanto, es menos tolerable y debe reemplazarse con más frecuencia.