Durante la pandemia la gran mayoría de sectores económicos tuvieron que detenerse por el escenario incierto que se atravesaba en el Perú y el mundo. La aparición del COVID-19 ocasionó una propagación descontrolada declarada pandemia por la Organización Mundial de Salud, razón por la cual, cada país tomó las medidas y restricciones de acorde a su realidad y posibilidades.
El sector turístico, bastante golpeado, por cierto, ha afrontado y continúa haciendo frente a muchos desafíos, dependiendo del compromiso de todos los involucrados en la cadena de valor.
Cuando se inició la reactivación turística, parte de las aristas para hacerlo viable fue la presentación del sello Safe Travels y la implementación de los protocolos de bioseguridad para los servicios turísticos, ambos tienen el enfoque de adecuar las buenas prácticas sanitarias para transmitir seguridad a los visitantes ante la necesidad de minimizar los riesgos y cuidar la integridad de todo aquel que decide viajar.
Los servicios turísticos son las empresas relacionadas a brindar alojamiento, alimentación, compra de paquetes y/o tours, recreación, entre otros que facilitan la estancia de los turistas, actualmente su funcionamiento amerita la aplicación de los protocolos en cada uno de los establecimientos ya que los órganos competentes se encargan de aprobar el inicio de sus operaciones y de esa manera se inserten al mercado. La oferta turística a través de la venta de experiencias en tiempos de pandemia tiene retos que asumir, la demanda no tiene el mismo comportamiento que antes del 2020, ha cambiado notablemente y el diseño de productos se refiere a circuitos a campo abierto y de forma más vivencial. La presencia de los protocolos de bioseguridad es importante e indispensable, no pueden evadirse, ni pasar por alto, deben estar presentes durante todo el proceso de atención en cada uno de los servicios que se ofrecen.
De forma preocupante, cada uno ha podido ser testigo de la irresponsabilidad y omisiones que se presentan en el momento de ofrecer los servicios, como no colocarse correctamente la mascarilla, no mantener el distanciamiento, olvidar desinfectarse, o hasta no colocarse la mascarilla, etc. El llamado a la reflexión es esencial, no se debe bajar la guardia a pesar de las vacunas, a pesar de que haya disminuido el número de fallecidos. Se debe ser consciente ante el hecho que las reacciones al COVID-19 difiere entre cada persona y organismo. Es así como desde la alta dirección de las empresas turísticas se debe gestionar las capacitaciones y asistencia técnica a los colaboradores, así como desde las entidades públicas como la municipalidad y la dirección regional, debe articularse el apoyo en cuanto a difundir las normas sanitarias vigentes según el rubro y supervisar el cumplimiento de estas, de esa manera efectuarse las correcciones y tomar las acciones estratégicas en beneficio de todos.
Es fundamental recordar que el turismo es una actividad meramente social, por lo que establecer relaciones interpersonales siempre estará presente en todos los procesos operativos de atención, cumplir los protocolos es tarea de todos para convertirnos en un destino turístico confiable y genuino.