Si escribimos Leoncio Prado en el buscador de primera mano, Google, aparecen muchas páginas que podrían confundir la finalidad del artículo de hoy, así que, aclarando ese punto, hacemos referencia a Leoncio Prado ubicado en la provincia de Picota en la región de San Martín.
Desde la ciudad de Tarapoto el viaje dura dos horas aproximadamente mediante una carretera netamente asfaltada, desde Picota el viaje puede durar una hora porque una parte de la carretera es trocha y otro tanto está asfaltada, teniendo en cuenta además que no llueva, de lo contrario el tiempo se prolonga y se está expensas a “saltar” durante el trayecto en carro.
A esa experiencia le acompaña gratamente los paisajes tan espectaculares de nuestra selva peruana, el color verde que baña las montañas, algunas casas con sus techos de calamina propicios para la temporada de lluvias, la cantidad de motocar que puedes encontrar durante el camino, así como comprar agüita de coco, de naranja y las rosquitas de yuca, ninguna de estas delicias te las puedes perder.
La experiencia realmente vale la pena, llegas a un lugar muy tranquilo, donde la vida tan abrumada de la ciudad pasa al olvido; no hay horarios, no hay despertadores, no hay calendario, la desconexión te envuelve en una sensación de paz y mucho sosiego, aunque el clima sofocante puede resultar complicado para los forasteros, es una sabia elección incluir a Leoncio Prado en tu visita a San Martín.
La gente que vive aquí se conoce, son vecinos, son tíos y tías, son ñaños y ñañas, sus actividades económicas tiene que ver con la agricultura, la ganadería y la crianza de animales, se cosecha maíz en grandes cantidades,
los adultos en su mayoría van a la chacra durante el día y en las vacaciones del colegio llevan a sus hijos a “internarse” para las campañas porque es un trabajo participativo. Sin olvidar que los fines de semana pueden ser motivo de celebración entre los que se consideran “familia” aunque no sean de sangre.
Todo es distinto, se parece a un lugar detenido en el tiempo, un pueblo pequeño pero muy vistoso con sus paisajes alrededor, su plaza principal llena de niños, hay concentración de juegos de bingo a partir de las 5 de la tarde, por supuesto que, no hay estrés con el tráfico ni tantos peligros, los niños juegan libremente a “pata calata” en la lluvia o en el barro, la exploración es única para todos aquellos acostumbrados a una crianza diferente que siempre están pendientes de todo lo que puede pasar.
Las bondades de nuestro Perú son inmensas en toda su extensión, por más recóndito lugar que se conozca sin duda, te ofrece vivencias para ser parte de los recuerdos de la vida, a veces debes dejar que las cosas pasen sin planear y soñar tanto, a veces lo mejor solo pasa con decisiones rápidas. Yo creo que esta vez, lo hicimos mejor. No hay duda de que regresaré, hay calor, hay alegría, hay hospitalidad, hay risas, hay calidez, hay zancudos y mosquitos, hay potajes ricos y exóticos.
Seguimos, en los caminos de la vida y el turismo.