La derecha política invoca siempre a Maquiavelo, en su lenguaje manifiestan palabras de lucha por la libertad e igualdad, pero en realidad son fascistas y su ideología es el odio desmesurado.
Si hay dos opciones entre ser querido y ser odiado, la derecha pide a gritos la elección de un gobierno temido, aquel que provoca el espanto, evita el amor y jamás permitirá la conciliación de clases sociales.
La derecha peruana en su estúpido orgullo y arrogancia muestra una cultura política fascista, pues discrimina a su oponente y ni siquiera saluda por diplomacia. Permite hablar solo con el lenguaje de los colonizadores, ya que considera el español como lenguaje oficial, ganador frente al quechua.
La derecha presenta un ímpetu disfrazado de democracia que, en realidad, es un facismo, demostrado en Chile con Pinochet; en Argentina, con Videla y; en Perú, con Fujimori. Se atribuyen el derecho de vacar al actual Presidente. Son xenofóbicos y racistas porque obedecen su ideología política neoliberal, cuya democracia exclusiva que trasluce una concepción de la desigualdad. Nunca pensarán en la igualdad económica; puesto que, en ellos prevalece el rencor y egoísmo en su máxima expresión, jamás democratizarán la riqueza del país.
El padre de la derecha neoliberal es el filósofo, jurista y economista austriaco Friedrich von Hayek, quien siempre avaló el Estado mínimo y la autorregulación del mercado. Por ello, el Estado no debe intervenir en el mercado y todo debe quedar en manos del sector privado; por otro lado, la autorregulación es la privatización de las empresas nacionales o estatales en beneficio de los capitales e inversionistas extranjeros, privatizar es el dogma de los políticos de la derecha.
Es así que, la derecha peruana y latinoamericana se rige en El Consenso de Washington, escrita por el economista inglés John Williamson, quien en el artículo titulado “Lo que Washington quiere decir cuando se refiere a las reformas de políticas económicas” (1990) manifiesta el objetivo de orientar a los países en desarrollo, inmersos en la crisis económica, para que lograsen salir de la misma.
Por tanto, los de la derecha con un dogma enfatizado en El Consenso de Washington y en Hayek, creen más en el mercado libre y no en la democracia. En política, son fascistas y maquiavélicos, se sienten dueños y señores del poder político, económico e ideológico; tanto que, pregonan decir la verdad y tener a Dios de su lado.
Hoy vivimos en la globalización donde las grandes corporaciones hicieron desaparecer la mano invisible smithiana; es decir, cuando existen los monopolios y los oligopolios ya no hay libre competencia. Entonces, ¿por qué no afirmar que la clase social burguesa globalizó al mundo a su imagen y semejanza?
En fin, la derecha ventila pensamientos discriminatorios, sin importarle los padecimientos de los de abajo, así como Marx citando a Goethe dice: “Qué importan los estragos si los frutos son placeres, o no mató a miles de seres Tamerlán en su reinado.” Frente a ello, no deberíamos permitir que cometan estragos en contra de los excluidos.