Para muchos, el inicio de clases va más allá de lapiceros, libros o pruebas, implica inspiraciones de cosas nuevas que se quiere aprender, donde el aprendizaje permanente, ya sea en un entorno informal o en un regreso real a la academia, tiene sus recompensas, pero ¿qué pasaría si se pudiera aprender colocándose en el otro asiento: como profesor en lugar de estudiante? Hay muchas maneras de asumir el papel de profesor, incluso a pequeña escala.
No se necesita obtener un certificado de enseñanza, puede hacerse a una escala más informal, menos estructurada, en grupo o personalizado. Se puede dar clases particulares a un estudiante universitario, dar a un amigo algunas lecciones sobre cómo realizar una búsqueda de base de datos, enseñar a un hijo a redactar un ensayo o incluso capacitar a nuevo personal en la oficina, ya que cualquiera de esos escenarios permitirá impartir experiencia y conocimiento (Khassawneh et al.,2022)
Lo que se obtiene al enseñar puede fortalecer tu propia capacidad de aprendizaje y mejorar tus interacciones con diferentes personas en todas las áreas de tu vida, obteniendo mayor comprensión del material en cuestión o una nueva visión para aplicarlo a su vida. Una oportunidad para aumentar tu observación y tus habilidades interpersonales. Información sobre los métodos de presentación que funcionan mejor para atraer y mantener la atención y concentración de sus estudiantes. Comprensión de diferentes estilos de aprendizaje y comunicación, junto con información sobre cómo adaptar su mensaje para llegar mejor a diferentes audiencias.
Tuve mi propia experiencia de aprender mientras enseñaba, ya que empecé a enseñar a redactar un artículo científico por “accidente”, mi asesor de proyecto de tesis tuvo un conflicto de horarios y sus estudiantes del doctorado me preguntaron si podía reemplazarlo; después de haber estudiado redacción y postulación de artículos científicos durante dos años, sabía que tenía una experiencia lo suficientemente sólida en redacción de estado del arte; también sabía que enseñar es diferente a aprender y afronté mi nuevo puesto con cierta inquietud, ciertamente sentí el peso de la responsabilidad: compartir efectivamente lo que sabía, hacer que la clase fuera divertida, mantener a todos a salvo de errores de redacción en lexicografía y fraseología que pudieran hacer fracasar en el envío de manuscritos a las revistas científicas, y ser paciente cuando no lo “entendían”. ¡Había mucho que aprender allí mismo, incluso antes de comenzar!
Seguro que parte de lo que enseñé fue modelado según aquellos que me enseñaron y me brindaron una gran educación, no sólo en la redacción sino en la argumentación de mis propios estilos de redacción, y luego está lo que aprendí de mis estudiantes. Lo más sorprendente para mí fue cuando descubrí nuevos conectores textuales; a veces, un estudiante utilizaba frases en particular «mal» en términos de «no es lo que usualmente se hace», pero aun así lograba cautivar a la comunidad científica; fue en uno de esos momentos de observación a mis estudiantes que me di cuenta de que estaba aprendiendo tanto enseñándoles como cuando yo era estudiante.
Referencias:
- Khassawneh, O., Mohammad, T., Ben, R. y Alabidi, S. (2022). The Relationship between Emotional Intelligence and Educators’ Performance in Higher Education Sector. Behav. Sci., 12(12), 511; https://doi.org/10.3390/bs12120511