Estamos en presencia de una lucha a escala mundial por determinar cómo serán definidos y utilizados el “desarrollo sostenible” o el “capitalismo sostenible”. En el discurso sobre la riqueza de las naciones, se manifiesta que la “sostenibilidad” es, ante todo, una cuestión ideológica y política, antes que un problema ecológico y económico (O’Connor, 2000).
El ser humano acumula riqueza, es decir guarda lo que sobra de lo que no necesita. La insatisfacción que sufre gran parte de la humanidad por el ímpetu de asegurar una “vida digna”, basado en la propiedad privada, el mercado y la exageración, sin medir el deterioro del medio ambiente a consecuencia de los estilos de vida, es lo que conocemos como capitalismo.
Gran contrariedad existe en el discurso sobre la “sostenibilidad” y los movimientos ambientales, que cuentan con apoyo de capitalistas que buscan reverdecerse, mejorando su imagen. Se necesitan reformas en sus prácticas económicas, preservar la vida silvestre, mejorar las condiciones atmosféricas, modificar la estructura de consumo. Para ello se debe acortar la brecha entre el discurso verde y el capitalista, que lo único que hacen es enfrentarse.
A pesar de crear, mejorar y modificar conceptos como “empresa verde”, “producto verde”, “consumo verde”, etc. Desde el punto de vista económico y social, el capitalismo puede prevalecer poco tiempo; pero desde el punto ambiental, las evidencias favorecen a que el capitalismo no es sostenible, según Marx, una economía capitalista implica reproducción, expansión; la sostenibilidad es mantenimiento, lo que resulta irrealizable.
Según diversas teorías, el capitalismo no puede permanecer inmóvil, se expande o se contrae; acumula o muere. La sostenibilidad capitalista busca ganancias y crecimiento, las que son mínimas o no existen, cuando de mantener la naturaleza se trata.
Ciertamente una cuestión importante es cómo se logra el tránsito desde un capitalismo inhumano y ecocida a una economía del bien común. Suele denominarse a esta cuestión: «el problema de la transición» (Cantalapiedra, 2013). Este cambio implica un vínculo estrecho entre los mecanismos sociales y la meta perseguida.
Actualmente, el capitalismo es abiertamente incompatible con la sostenibilidad, ya que este sistema económico crece y abarca mayor parte del ecosistema. Su crecimiento se basa en la creación de necesidades; bienes de consumo masivo que producen mayor cantidad de externalidades que el goce y disfrute del producto en sí.
El capitalista contiene una paradoja: crea bienes que se transforman en males, ya que todo bien, superada cierta escala, se transforma en mal (Elizalde H., 2014). No es cuestión solo de revolución, hay que tomar conciencia, analizar de manera crítica, modificar el sistema que sustenta nuestra economía, que es incompatible con un futuro viable para el planeta y las generaciones futuras.
Jeffrey Sachs afirma que “el desarrollo sostenible es ante todo un ejercicio de resolución de problemas”, y efectivamente eso es en lo que se ha convertido el desarrollo sostenible. Sin embargo, pienso que este debería ser ante todo un ejercicio de prevención de problemas (García, 2017). El capitalismo no será sostenible mientras deje de lado el aspecto ambiental, quizá la solución está en nosotros, en cambiar la percepción de nuestra existencia y la relación que tenemos con las diversas formas de vida.
Referencias bibliográficas
Cantalapiedra, Á. (2013). Necesidades y caminos (no capitalistas) para su satisfacción sostenible. Revista de Economía Crítica, 16, 167–194.
Elizalde H., A. (2014). ¿Es sustentable ambientalmente el crecimiento capitalista? Boletín CF+S, 0(38/39), 195–203. http://polired.upm.es/index.php/boletincfs/article/view/2641/2707
García, G. V. (2017). Cambio climático, desarrollo sostenible y capitalismo. Relaciones Internacionales, 34, 95–105. http://www.relacionesinternacionales.info/ojs/issue/view/34.html
O’Connor, J. (2000). ¿Es posible el capitalismo sostenible? Papeles de Población, 6(24), 4–35. http://www.scielo.org.mx/pdf/pp/v6n24/v6n24a2.pdf