Hay una esperanza para el hombre, diría Rousseau “La naturaleza ha hecho al hombre bueno y feliz, pero la sociedad lo degrada y lo hace miserable”. Somos buenos naturalmente, pero no la sociedad; ello se reafirma cuando dice:
“El hombre ha nacido libre, y por todas partes se encuentra encadenado. El mismo que se considera amo, no deja por eso de ser menos esclavo que los demás”.
En la obra El contrato social considera que la desigualdad producida por la sociedad es contraria a la naturaleza; de manera que, si los males sociales son contingentes, no naturales, pueden remediarse reformando la vida colectiva. Se plantea el concepto de contrato social como elaboración racional de las relaciones entre individuo y sociedad; asociación que resulta de un contrato en virtud del cual cada asociado enajena su derecho a la comunidad.
Para Rousseau, El contrato social es la propuesta política. Una vez analizada la naturaleza humana original y constatados los cambios que ha sufrido por el influjo de la cultura y de las instituciones sociales injustas, nuestro autor nos brinda la fórmula de dicho contrato social: “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y recibimos en cuerpo a cada miembro como parte indivisible del todo”.
La finalidad política de Rousseau es salvaguardar la igualdad y libertad naturales, entonces para lograrlo es imprescindible, “La alienación total de cada asociado, con todos sus derechos, a toda la comunidad entera, puesto que, dándose por completo cada uno de los asociados, la condición es igual para todos…”.
Es decir, se debe concertar qué pacto nos conviene más; esto es el contrato social: contratamos la cesión de la libertad al Estado y establecemos nuestras reglas y leyes. Por lo tanto, esas leyes nos devuelven la libertad cedida, ya que son nuestras.
Al respecto, Fazio (2006:92), señala: La libertad natural se transforma en la sociedad del contrato en libertad civil. El poder que surge del contrato (la soberanía o la voluntad general del pueblo) está formado por los derechos de todos los ciudadanos. En ese sentido, la voluntad popular que legisla es la voluntad propia del ciudadano, ya que todos ellos forman parte del poder; es decir, de la comunidad que custodia los derechos individuales y que es erigida como soberano.
En esta coincidencia consiste la libertad, que es definida como “la obediencia a la ley que nosotros mismos nos hemos dado”. Por tanto, la igualdad se transforma en igualdad legal; mientras la ley es la declaración de la voluntad general y es igual para todos.
En fin, el contrato social es la expresión de la voluntad general. Todos somos Estado y debemos obedecer a nuestra Constitución, hay una conciliación entre el lado natural y cultural del hombre (instinto y raciocinio). Somos iguales ante la ley, por ende, cada uno debe custodiar el cumplimiento de la legalidad con rectitud moral.