La enfermedad provocada por el SARS-CoV-2 ha cambiado el comportamiento a nivel mundial que, ya no volverá a ser el mismo de antes debido a la aparición del malévolo coronavirus.
Esta enfermedad que ya contagió a millones de personas y arrebató la vida de miles de seres que no lograron vencer a este virus, ha motivado una carrera por encontrar una solución a esta pandemia centrada sobre todo en desarrollar vacunas que, son un tratamiento dirigido a destruir el virus dentro del organismo.
Pero la complejidad de este virus no había permitido descifrar ese punto débil, que ahora ya sabemos que está en las conexiones de estas espigas o spikes, a manera de corona por las que el virus fue denominado coronavirus, y que en realidad se llaman proteínas S que encajan perfectamente en los receptores de las células humanas ACE2 con las que se atraen a manera de imanes, ingresando de esa manera en el cuerpo.
Estas células ACE2 también están presentes en el corazón, en el estómago y en el riñón, por eso cuando uno se infecta con el virus SARS-CoV-2, este puede dañar dichos órganos. Un grupo de investigadores liderados por la científica mexicana Mónica Olvera pusieron su atención en el análisis de esta atracción, comparando para ello el coronavirus que causó la epidemia SARS del 2003 y el causante de la COVID-19, concluyendo que ese imán o esa energía de atracción era más débil en el coronavirus del 2003 que en el nuevo coronavirus del 2019.
Entonces, se concentraron en saber qué pasaba si se lograba disminuir o bloquear esa atracción, para esto mutaron el actual coronavirus y lograron reducir en un 30% su capacidad para conectarse con el receptor de la célula humana en uno de los tres grupos que tiene la proteína espiga, y descubrieron que esta energía de atracción estaba presente no solamente en la base de las proteínas S sino también a 10 nanómetros de distancia de la base.
Esta distancia es tan minúscula para nosotros, pero es una distancia descomunal para los virus. Es la primera vez que se hace este hallazgo en un tipo de coronavirus, y tal vez sea la explicación a por qué este es tan contagioso. Lo más importante de esta investigación es que ayuda a entender mejor el mecanismo por el cual el nuevo coronavirus entra a nuestro cuerpo y lo infecta, y demostró a nivel experimental la difícil entrada del virus al cuerpo.
Olvera estudia la posibilidad de desarrollar un polímero, un compuesto químico, tal vez en forma de aerosol que sea capaz de hacer ese trabajo. Hay cientos de proyectos de vacunas y se prueban muchos otros fármacos y terapias para tratarnos cuando ya estamos contagiados, pero esta investigación abre las puertas al desarrollo de una solución para aprovecharnos de ese punto débil y bloquearle la puerta de entrada al cuerpo.
Con los resultados de esa comparación concluyeron que era posible bloquear al nuevo coronavirus, causante del covid-19, cuando aún está fuera del organismo.