“El auge del turismo naranja: de espectador a protagonista en el destino elegido. Cada vez se huye más de comportarse como un turista al viajar en busca de experiencias reales que permitan integrarse con la cultura local, es decir, hacer lo que hacen los habitantes del lugar elegido.”- Isabel Munera (2019)
Por mucho tiempo, referirse al turismo cultural ha tenido relación con la historia, las tradiciones y los espacios arqueológicos con mucha representatividad declarados patrimonio de la humanidad o patrimonio de la nación, pero siempre desde una perspectiva contemplativa y de plena observación por parte del turista. Pudiendo realizar caminatas y senderismo con un itinerario determinado, visitar a los museos públicos o privados que promueven la conservación y exposición de objetos de valor, acudir a las fiestas tradicionales de un lugar en particular y que es parte de su oferta cultural; sin embargo, es inevitable que podamos encontrar diversas opciones con fines de recreación a nivel local como por ejemplo, los eventos en un centro cultural, los festivales de música, los talleres de cerámica, de fotografía, hasta recorrer el mercado local y las ferias, todo ello con la finalidad de establecer un vínculo con la comunidad local a través de actividades vivenciales auténticas que convierten al turista en el personaje principal.
Y la pregunta sería, ¿Por qué turismo naranja? Según la Revista Travel en su edición de agosto 2019, esta definición tiene sus raíces en la llamada economía naranja, cuyos pilares son la cultura, la creatividad y la identidad. El naranja se une a otros colores que sirven para definir otros tipos de turismo como el verde, para los viajes relacionados con la naturaleza y la ecología; el azul, para los deportes náuticos; el blanco para todo lo que tiene que ver con los deportes de invierno o el rosa, vinculado a la comunidad LGTBI.
Inferimos que existen similitudes con el turismo cultural, no obstante, el turismo naranja brinda a los visitantes la oportunidad de desarrollar su creatividad mediante una participación activa en experiencias únicas de aprendizaje, integrándose a la cultura local, asimismo, su característica de atemporalidad permite la afluencia de visitantes durante todo el año y su deslocalización geográfica consigue una mejor distribución del turismo.
Por lo que, estando inmersos en un escenario de reinvención para activar el turismo a gran escala, dando espacio al debate de ideas, reflexiones y propuestas de solución innovadoras, amerita que nuestro país, Perú milenario y poseedor de una vasta riqueza cultural, el tono naranja nos ofrece grandes ventajas competitivas incluso por su estrecha relación con los principios de la sostenibilidad, entonces ¿Por qué no considerarlo como parte de las estrategias de los planes regionales? Siendo una herramienta descentralizada de gestión que marca una hoja de ruta, sería una oportunidad para decisiones trascendentales, afrontar desafíos, reformular modelos pasados y oxigenar con cambios de actitud a todo nivel. El perfil del del vacacionista nacional del año 2021 elaborado por Promperú, enfatiza que una de las tendencias para el año 2022 es el turismo naranja, a razón de la inclusión de destinos menos convencionales y el exceso de visitantes que existen en algunos lugares turísticos.