El ruso Ilía Repin en su cuadro Iván el Terrible y su hijo (1885) pintó una sensacional mirada de horror, dolor y culpa del ser humano cuando mata; es decir, sale el horror que lleva dentro de sí.
Según algunos historiadores, Iván el Terrible mató a su único hijo sano en una discusión política o porque defendió a su esposa que pasaba en ropa interior. El realismo del cuadro muestra al joven Iván quien, poco a poco, está perdiendo la vida y todo está consumado por el horror.
Lo que empujó a Iván el Terrible es su inhumanismo que es el horror y es la pulsión de matar, tal como dice Kurtz: “El horror, el horror” en la película Apocalypse Now (1979) de Ford Coppola. Entonces, el horror es parte de la condición humana y nadie está libre de ello; por esa razón, advertimos que la pulsión de matar del hombre continuará matando sin detenerse. ¡Despertad la capacidad de amar!
Hay mucha hipocresía en nuestra sociedad, el egoísmo triunfa en nuestro sistema capitalista. Cada vez más se desconfía del precepto histórico del mandato de Dios que trata acerca del prójimo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, el cual es imposible de cumplir porque mi prójimo puede ser mi enemigo, ante ello, Freud no deja de pensar en el humor de Heine cuando dice: “Sí: uno debe perdonar a sus enemigos, pero no antes de que sean ahorcados”. El enemigo sería digno entonces de ser amado como a uno mismo. “Credo quia absurdum” (Creo porque es absurdo), así también Lacan afirma: “Amar a mi prójimo puede ser la vía más cruel”.
El quinto mandamiento, precepto de Dios padre, que se menciona en el libro de Éxodo 20:13 “No matarás” es quebrantado por el mismo receptor Moisés, quien se entrevistó con Jehová y recibió los diez mandamientos en el monte de Sinaí. Él, al llegar al pueblo, observa la celebración de una fiesta no permitida por Jehová e incumple el quinto mandamiento.
Entonces, la religión mata creyendo en lo Uno, la ideología política comete horrores creyendo tener la razón. El hombre es humano e inhumano, pues en su condición humana lleva el horror dentro de sí: la pulsión de matar. No despertemos al mal que llevamos dentro, despertar es dirigirse al infierno que es un lugar impensable.
El infierno lo conocemos desde los campos de concentración nazi (Alemania) y en nuestro país con “Muerte en el Pentagonito” de Ricardo Uceda, donde se narra las atrocidades infernales que cometieron en el Perú.
En fin, nos estamos deshumanizando y en la actualidad nadie puede afirmar lo de Oliver Stone en su película Platoon (1986) “El infierno es la imposibilidad de la razón”. El infierno es la tortura, el aislamiento, frío intenso, golpes, descargas eléctricas, asfixia, amputaciones, etc. que sufre el torturado.
Es así que, en el hombre habita el mismo Mefistófeles (el diablo) que Goethe hace hablar: “Yo soy el espíritu que siempre niega… De suerte, pues, que todo eso que llamáis pecado, destrucción, en una palabra: el mal, es mi verdadero elemento”.