Fuente: El Niño de la Espina, el otro niño cusqueño de navidad – Rumbos de Sol & Piedra

Observar al niño de la espina es despertar sentimientos de tristeza, llanto, alegría, entender el dolor del alma, de rostro precioso con lagrimas de dolor. En el Cusco durante el Santurantikuy se exponen variadas esculturas del niño Manuelito representado en su gran mayoría con lagrimas en los ojos y expresión de tristeza.


La historia del profeta Isaías, quien anunció el nacimiento de un niño Jesús, fue transmitida en las comunidades nativas de nuestro Perú. El niño llamado Emmanuel, cuyo diminutivo es Manuelito, muy empleado en nuestro país.

Uno de los artesanos destacados del Cusco en el siglo XX, es el escultor peruano Antonio Olave, su trabajo le permitió viajar a diversas exhibiciones, por ser el creador del Niño Manuelito o denominado también el Niño de la Espina. En 1975, la comunidad de Vilcabamba, solicitó a Antonio Olave para realizar trabajos de restauración de la imagen de madera de un Niño Jesús, donde permanece una semana restaurando la imagen y el altar de la iglesia comunal.

Durante su estadía escuchó la conmovedora historia de Q´alito, un niño pastorcito que le gustaba jugar con otros niños. Un día, el niño empezó a llorar por la espina que tenía clavado en el pie, y Q´alito al notar que lloraba desconsolado, decidió clavarse una espina en su pie, mencionándole “no llores, yo también tengo clavada una espina”, fue entonces donde el artista Olave Palomino, muy impresionado del cuento se inspiro en crear a Manuelito. Con mucha rapidez paso a formar parte de la cultura de Cusco, que a la actualidad adorna muchos nacimientos de las familias peruanas y dentro de las iglesias.



El Niño Manuelito es de tez blanca o cobriza, mejillas rosadas, ojos de vidrio, dentadura hecha del cálamo de una pluma del cóndor, cabellera ondeada, paladar de espejo y finas lagrimas de cristal. Trabajada con técnicas generacionales empleando madera y arcilla. La imagen de Manuelito en distintas expresiones (cansado, pensativo, gateando, con brazos abiertos, dormidos, en pañales, como pastorcito, con traje de danza local o con varayoq).

La navidad del latín “nativita” que significa nacimiento, época de festividad cristiana para celebrar el nacimiento de Jesucristo, cada 25 de diciembre. Momento de prepararnos para sentir la presencia de cristo y comprender su mensaje.

Primero, regocijémonos en el nacimiento de nuestro Salvador. Celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, el Creador, nuestro Mesías. Nos regocija que el Rey de Reyes viniera a la tierra, naciera en un pesebre y viviera una vida perfecta. Cuando Jesús nació, el gozo en los cielos fue tan grande que no se pudo contener (Lucas 2:8–14).

Segundo, nos invita a meditar, siendo momento de recordar al hijo de Dios. Tiempo perfecto para reexaminar nuestra vida, evaluar nuestro pensamiento, sentimiento, tiempo de gratitud y perdón; sobre todo tiempo de renovar y comprometerse a cumplir sus mandamientos.

Finalmente, tiempo para mirar el futuro, valorando su venida, con gratitud, que nos acerca a nuestra familia, nuestro prójimo y la iglesia.

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