Mi amigo Pedro Galván es Director/ Editor de la Revista Libertad, agradeciendo el haber compartido la versión virtual de su artículo titulado: Vizcarra y su neoliberalismo de la muerte de fecha 17 de mayo del 2020.
En este artículo se fue de alma contra el Presidente de la República Martín Vizcarra y su equipo de trabajo, específicamente por el COVID-19. Yo diría, una crónica letal de camino a la muerte. No es parcializarse con ninguno, pero es inquietante los epítetos que se esgrimen en este artículo de 2559 palabras en modo ventisca mortal.
Todos los presidentes del mundo son elegidos mediante voto secreto y universal, la Constitución enmienda la plana si hubiera cualquier eventualidad durante su mandato. Es el caso de Vizcarra, también hay otro rubro de ciudadanos que desean una dictadura en sus diferentes matices, pero la mayoría lo eligió en su condición de elector genio o ingenuo.
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El mundo gira en función al neoliberalismo, que es un salvavidas para los consumidores con tintes criminales de la economía, para el emprendedorismo empresarial. No se puede ignorar los fundamentos estructurales y políticos de Thomas Hobbes en Leviatán. Responsabilizar al presidente de la república, sobre el fenómeno mundial del COVID-19, me parece ingenuo e irresponsable.
La epidemia es independiente a la voluntad del hombre, de las normas sociales, de las leyes jurídicas, de las divinidades y sobre las predicciones epidemiológicas. Responsabilizar de la situación de más de 30 millones de habitantes a una sola persona, es desconocer a Hobbes y actuar de manera socialmente irresponsable. Es de conocimiento público que la salud mundial a colapsado, exigir al gobierno peruano que dé atención a casos específicos es temeroso.
El equipamiento de la salud como en toda ciencia, pertenece al ámbito del relativismo, como un producto moderno que al día siguiente puede resultar siendo obsoleto. Invertir cifras millonarias para un tiempo específico es capital muerto. Las epidemias masificadas se dan cada cierto tiempo, como en este caso, en un promedio de 100 años, tener todo equipado es descuidar las otras áreas de la salud que siguen cobrando vidas y, no está clasificado en las estadísticas de muertes a diario.
Lidiar con la población peruana, donde la esencia fundamental de su educación es el curso de religión, es ingresar a un terreno minado por la fe y que desprecia a la ciencia. Pero, estos resultan ser los primeros en reclamar la urgente atención médica, los primeros en recoger los bonos y canastas que se entregan con la plata de nuestros impuestos. Aducen tener familias numerosas, pero son los primeros en protestar contra el uso de los métodos de planificación familiar científica.
Una sociedad que bebe pócimas y brebajes ante el virus, hace pagapu al cerro, leen cartas de tarot, están pendientes de su horóscopo,
Pedro, estamos en la época de la expresión máxima del existencialismo filosófico. Esa angustia, el temor y lo efímero de la vida se evidencia. La Organización Mundial de la Salud hará muy poco en una sociedad donde un Santo Patrono moviliza millones de masas, las procesiones cierran las calles de libre tránsito, lo más importante es pasar con huevo y cuy al enfermo.
Una sociedad que bebe pócimas y brebajes ante el virus, hace pagapu al cerro, leen cartas de tarot, están pendientes de su horóscopo, amarres eternos con curanderos. Esto no es ciencia de la salud, es pensamiento mágico. El neoliberalismo no personifica la metafísica ambulante del irracionalismo. Los médicos chinos y cubanos no van a combatir al COVID-19 con chamanería, ni hechicería; ciencia es ciencia, por donde se ve es experimento de laboratorio.
Publicado previamente en https://www.ensartes.com/