¿Hemos nacido con suerte o sin ella? Ser valiente es aceptar el destino con dignidad y estar listo para todo propósito de la vida, pues el destino puede cambiar en segundos, es como lo diríamos: Hay hombres que pueden revelarse a su destino, tratar de luchar dignamente, aunque sean alcanzados por el destino de la muerte. Ser héroe es aceptar el destino sin negar su tragedia; por ello, tratar de cambiar el destino es nuestro máximo orgullo, entonces se debe aceptar la totalidad del fatalismo con heroísmo y mirando con desdén nuestro fin.
Los griegos aceptan su destino con heroísmo, de tal manera “Héctor es un guerrero prudente, sabe que debe enfrentar a Aquiles, sabe que su destino es morir en ese combate y sin embargo lo acepta heroicamente, lo acepta trágicamente” (Carmona, 2015, p. 16).
Por otro lado, Erich Fromm en su obra El corazón del hombre manifiesta: “Todos estamos determinados por el hecho de que hemos nacido humanos y, en consecuencia, por la tarea interminable de tener que elegir constantemente, tenemos que elegir los medios juntamente con los fines. No debemos confiar en que nadie nos salve, sino conocer bien el hecho de que las elecciones erróneas nos hacen incapaces de salvarnos”.
Asimismo, Woody Allen nos muestra en su película La provocación (Match Point), del año 2005, que contundentemente los humanos necesitan el azar porque mucho determina y juega como los dioses griegos de los hombres: “El hombre que dijo “preferiría ser afortunado que bueno”, tenía una profunda perspectiva de la vida. La gente teme reconocer qué parte tan grande de la vida depende de la suerte. Da miedo pensar que sea tanto sobre lo que no tenemos control. Hay momentos en un partido de tenis en el que la pelota alcanza a pegar en la red y por una décima de segundo puede seguir su trayectoria o bien caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue su trayectoria y ganas. O tal vez no y pierdes”.
Por tanto, sabiendo que no somos dueños de nuestro destino porque hay mucho que lo determina, es más el destino juega con nosotros como el gato con el ratón, debemos ser valientes para enfrentarlo con dignidad “el hombre es la gran paradoja, lo inacabado, lo define aquello que aún no es, pero que puede llegar a ser; un siendo permanente, un anhelo. En este sentido la libertad debería entenderse como la posibilidad que todo acto conlleva de afectar el destino, y el destino como el escenario supuesto donde la libertad, juguetona, se mira irónica en su propio espejo. ¿Qué sabe? ¿Qué advierte?”. (Carmona, 2015, p. 21)
Por otro lado, está nuestra libertad, la cual posee cada hombre, esta es su grandeza y debe ser responsable por todo lo que hace. De esta manera, “El hombre que es auténtico se da cuenta de su situación y se sumerge en la angustia para encontrarse a sí mismo en lugar de engañarse buscando falsos apoyos y valores” (Picado, 2015, p. 305).
En fin, el hombre es un ser perdido en el mundo, su vida misma es un laberinto. Somos juguetes de los dioses, destinados por el Dios hebreo a pagar con el destino de la muerte, pero tenemos el fuego del conocimiento; luego, Prometeo con amor nos entregó el fuego de los dioses. Tratemos de mirar nuestro destino con dignidad y soberbia, tratemos de cambiarlo.
¡Hemos nacido para ser héroes!