La Covid-19 llegó para cambiar el escenario académico, ambiente en el que se sigue respirando incertidumbre y desolación, pero también heroísmo cotidiano de docentes y estudiantes, quienes migraron hacia una educación virtual, generándose las siguientes situaciones:
Profesores distraídos
“¿Los estoy escuchando a ustedes, pero ustedes me escuchan a mí?” (mientras seguía con su micrófono apagado). “¡Niños, silencio! Voy a empezar mis clases” (donde los miembros de una familia están todos en un mismo ambiente). “¡No puedo seguir trabajando! lo siento, yo quería seguir dictando la clase, pero se me han acabado los minutos de mi teléfono” “les voy a dejar un video de tarea para que lo vean y hagan sus comentarios” (y se desconecta al toque para entrar a su otra clase en otro centro laboral).
Un profesor en plena exposición de los alumnos se olvidó de su cámara prendida, se puso a bostezar estirando los brazos y haciendo unas muecas, que para qué les cuento. O profesores que se quedaron dormidos en plena exposición de sus alumnos. A más de un profesor se le ha escapado alguna burla hacia los alumnos por olvidar de igual forma apagar el micrófono, como a este profesor mexicano que dijo al término de su sesión “se ponen bien perritos los burros cabr*ones”.
Otro profesor inexperto que al finalizar su sesión de clase se levantó de su asiento, sin apagar su cámara, y todo el mundo lo vio en trusa, quitándose la corbata con una mano y rascándose el trasero con la otra mano; creo que todos hicimos lo mismo, elegantes de la cintura para arriba… Alumnos distraídos.
“Pa.. no estoy jugando, estoy trabajando, no me saturen el wifi” (mientras sigue chateando en su WhatsApp). ¡cállense caraj*! (con una voz de militar) que estoy empezando mi clase de religión (luego con una voz dulce: buenos días profesor ¿sería tan amable de repetirme la pregunta? Mi línea está grave. “No puedo conectar la cámara porque mi laptop amaneció grave, algo pasó” (y es que está en pijama, porque amaneció con una resaca terrible).
En una clase de religión medio aburrida un alumno despistado le puso el toque diabólico al preguntar al docente (que estaba que se dormía): “profesor sobre la tarea que nos dejó para buscar una cita bíblica en Mateo 4 ¿de qué testículo a qué testículo es?”. Muchos alumnos recibieron sus clases en la cama y por lo general se quedaron dormidos con el micrófono encendido, dejando escuchar unos estrepitosos ronquidos, y cuando el profesor les llamó para alguna consulta, ni enterados (después la clásica “profe disculpe, no funciona bien mi línea).
Cuando el profesor pasó asistencia y recibió por respuesta el ladrido de un perro. Fue terrible ver que un alumno se olvidó de apagar su micrófono, por lo que su maestro le escuchó como se burlaba de él. Y qué otras cosas más estarán pasando que no vemos, sobre todo en las instituciones que permiten que el 100% de nuestros alumnos no prendan sus cámaras durante las sesiones de clases.