Cuba, un país insular ubicado en el mar del Caribe, con su sistema diferente, con una riqueza humana que denota orgullo de sus raíces, que posee una notoria calidez al recibir el saludo de las personas que vas conociendo o que puedes encontrar en el recorrido por sus calles, el calor que te abrasa literalmente, así como las expresiones de palabras como “mi amol”, “mi cielo”, “qué bella”, por mencionar algunos; te van ubicando en un contexto que demuestra efusividad, alegría, naturalidad y colores llenos de son y sabor por todos lados.
Pues así nos recibió Cuba en La Habana, y el viaje posterior a Santiago de Cuba, que es nuestro destino principal.
Todo esa protocolar recepción al estilo cubano se complementó con la experiencia en cuanto al transporte, pues existen los carros de épocas otoñales lleno de colores vibrantes que brillan a los rayos del sol y son los mismos que viste por la televisión o internet y de pronto estás frente a ellos, además, de la famosa guagua, que son tipo los ómnibus donde se “montan” una cantidad de personas ansiosas de llegar a su destino, aquello es infaltable en la lista; también tenemos a “Palomo”, el querido y curioso corcel que nos trasladó por una avenida principal en el mismo Santiago de Cuba, algo que podría imaginar solo en el campo en mi querido Perú, pero aquí, fue el transporte para seis peruanos cautivados y curiosos que todo el camino inmortalizaron la escena.
Es así, que Cuba un destino famoso por el turismo de sol y playa en Varadero, dueña de una serie de encantos y magia por sus aguas cristalinas, azulinas y turquesas, incluida la arena casi blanca, nos regala un paraíso natural; de igual modo y en ese nivel de importancia, la cultura es un elemento que debe permitirse conocer y gestionarlo de forma adecuada con relación a todas las evidencias históricas y los saberes populares que Santiago de Cuba ofrece. Se ha recorrido como casi unos “santiagueros” natos, es decir caminando muchísimo o subidos en alguno de sus medios de transporte, desde museos municipales, centros culturales, plazas, calles tradicionales que conservan una riqueza documentaria que mediante el diseño de rutas temáticas tendrían mayor oportunidad para el desarrollo local.
El respeto a las culturas se refleja al conocerse la realidad aceptando sin reparo lo que te ofrecen, las culturas tienen su esencia, su propia composición, evolución y cosmovisión, además de encerrar paradigmas que pueden quedarse hasta sin explicación, nada que criticar ni transformar; por lo pronto, continuamos con la convivencia y aprendizaje en el caluroso Santiago: rebelde ayer, hospitalaria hoy y heroica siempre.