Cuando nos fueron llegando las primeras informaciones desde China en el mes de enero de 2020, todos pensamos que este virus no podría llegar a Perú ni nos iba a afectar; sin embargo, en el mes de febrero nos dimos cuenta de todo lo contrario.
La primera ola pudo habernos tomado por sorpresa, pero esta segunda ola todos sabíamos que iba a ocurrir, considerándose inaceptable el no haber reconocido nuestros errores y no haber puesto los medios para afrontar de la mejor manera posible esta segunda ola que de alguna manera es impredecible ya que no está haciendo una fase de ascenso brusco como fue en la primera, sino que estamos viendo continuamente una situación llamada dientes de sierra, en donde se tiene días en que suben los casos y otros día bajan, pero nos encontramos todavía en cifras alarmantes en cuanto a la presión del sistema de salud.
Estamos en un punto en donde los fantasmas aparecen de nuevo, ya estamos viviendo nuevamente una situación con incertidumbre e inseguridad ascendente, con nuevos ingresos de pacientes a UCIs, aunque quizás en un escenario un poquito más favorable ya que conocemos la enfermedad.
Al principio de la pandemia, el consumo de la información por parte de los ciudadanos fue masivo, ameritándose una reflexión profunda sobre lo que se ha publicado acerca del SARS-CoV-2 ya que no todo lo publicado tiene la suficiente calidad científica como para ser divulgado y aplicado puesto que en varias ocasiones ciertas publicaciones han conllevado a que se dañen más a muchos pacientes.
Uno de los peligros más grandes que tenemos como sociedad sigue siendo el negacionismo, esa resistencia a creer que tenemos un virus que se transmite muy eficazmente por la vía aérea, esa creciente incredulidad hacia las vacunas.
La experiencia de un paciente que termina en UCI sí que es terrible porque se pone a pensar que lo van a dormir, lo van a sedar, le van a meter un tubo en la garganta y no sabe si va a despertar, separándolo de su familia a quien no sabe si volverá a verla, sintiendo desde ya una sensación de abandono.
Para la familia del paciente es una tremenda incertidumbre de estar al pendiente del teléfono, ya que cada vez que suena se piensa que la van a llamar del hospital para darle la peor de las noticias.
En otras ocasiones la situación es de una larga agonía en donde muchas veces se ve la imagen enternecedora de una enfermera dándole la mano a un paciente en sus últimos minutos de vida, acompañándole al pie de la cama sin separarse hasta el final. No deja de ser desgarrador la imagen de una persona absolutamente aislada rodeada de profesionales vestidos de astronauta viéndola morir sin poder ofrecer más que un poco de cariño.
El 90% de los pacientes que han sufrido la COVID-19, siguen teniendo secuelas como problemas cardiacos, respiratorios, dolores articulares y musculares, pérdida del olfato y gusto, cefalea. Respire profundamente y agradezca que pueda hacerlo
El uso de mascarillas es un riesgo muy grande aunque digan que no, porque desestabiliza la homeostasis del cuerpo si bien es cierto muchos del personal de la salud ya estaran enfermos por usar descaradamente las mascarillas, tambien diran que uno puede opinar mal, sin embargo la verdad es que estas muriendo en vida por causa del exceso de dioxido de carbono ya que es letal para el cuerpo y muchos diran que no, estoy en contra del uso excesivo de las mascarillas y encontra del uso del acohol ya que traen consecuencias grandes en nuestro cuerpo, beneficio para las industrias farmaceuticas ya que generaran mas ingresos en los próximos años por las consecuencias de este mal llamado COVID-19 y por ultimo cepa britanica y entre otros que fueron mutados. Agradecer a Ud. Dr. René Antonio Hinojosa por su artículo.
Este virus es es tan letal que recién se tomo las medidas necesarias para que no llegue a nuestro territorio cuanndo ya estamos infectados que desgracia de nuestras auroridades son un desastre .