Los países subdesarrollados serán los más afectados por la pandemia, en comparación con las economías avanzadas, las limitaciones a la actividad económica impuestas por el distanciamiento social, el colapso de las exportaciones,
la disminución de las remesas y el endurecimiento del crédito; que recaen con mayor fuerza en estas economías, que tienen grandes sectores informales y un margen menor de población activa en trabajo remoto.
La más profunda recesión se espera en las economías emergentes, fuertemente reflejada en sus ingresos fiscales, los mismos que no alcanzarán para cubrir la seguridad social y salud. La propagación epidémica de COVID-19 es un shock global y no conoce fronteras, sus efectos en las interacciones sociales en lugares de compras y centros de trabajo son heterogéneos.
El distanciamiento social es el resultado de decisiones individuales, más que de políticas gubernamentales. El alcance del teletrabajo, el acceso a las compras en línea, la profundidad de los mercados financieros, y la oportunidad de los gobiernos para apoyar a las empresas y personas con ingresos transitorios, son parte del impacto de la pandemia.
Para mayoría de empresas, las restricciones crediticias impiden fortalecimiento en su capital de trabajo, muchas se ven obligadas a declararse en quiebra. La persistencia del distanciamiento social y la incertidumbre sobre su duración; así como la remodelación de las cadenas de suministro y las nuevas formas de trabajo, teletrabajo y menor escala de operación, reduce la productividad y eficiencia, generando efectos indirectos adicionales que amplifican la recesión económica inicial y pueden ralentizar la recuperación.
En las economías emergentes, una gran parte de la fuerza laboral está empleada en empresas muy pequeñas, donde los trabajadores tienen un nivel de educación relativamente bajo. Estas características aumentan el costo directo del distanciamiento social porque la proporción de empleos que pueden hacerse desde casa es mucho más pequeña que en los países más ricos.
Los gobiernos con espacio fiscal utilizan la credibilidad de su futuro, Perú, por ejemplo, anunció paquetes fiscales para amortiguar el efecto del distanciamiento social. Estos programas transfieren recursos de futuros contribuyentes a aquellos que perdieron ingreso. Estas transferencias incluyen ayuda para trabajadores desempleados, así como préstamos o donaciones directas a empresas para cubrir sus costos fijos, especialmente sus costos laborales, y aumentar sus posibilidades de sobrevivir a la crisis.
La pandemia de COVID-19 muestra potencial para convertirse en la mayor conmoción de los últimos 100 años. Además, es probable que afecte a los países de ingresos particularmente difíciles. Muchas economías desarrolladas podrán mitigar su impacto y costo social mediante la redistribución de recursos de trabajadores seguros a los más afectados. Es imposible que este tipo de política esté disponible en los países emergentes, como el nuestro.
En países en vías de desarrollo, se sufrirá de una manera extremadamente aguda al decidir entre el compromiso con la salud o el dinero. Ante esto, es indispensable que economistas y epidemiólogos trabajen juntos, que diseñen soluciones apropiadas de política económica y de salud dirigidas al covid-19, las que finalmente puedan mitigar el impacto negativo de esta pandemia.