La verdad para el pueblo griego, según Nietzsche, es la del sabio Sileno, quien fue tutor del joven dios Dionisos. Ahora, siendo conocedor de que muchas preguntas filosóficas angustian a cada ser humano, tal como el rey Midas se preguntaba
¿Qué es lo mejor para los humanos?; mientras, Sileno un viejo feo y borracho le revela sonriendo:
“Estirpe miserable de un día, hijos del azar y la fatiga: ¿por qué me fuerzas a decir lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti morir pronto”. (Llacer, 2015, p. 51)
La tragedia es el sufrimiento en que los hombres no son dueños de su destino, por eso es sabido que los griegos decían en sus tragedias: “Edipo se saca los ojos cuando ve su destino, Narciso se convierte en flor al verse a sí mismo, Eurídice vuelve al Hades por la mirada amante de Orfeo” (Rampérez, 2014, pp. 53–54). Por eso, “para Nietzsche la cuestión del conocimiento no se juega en el terreno de la objetividad, sino en el de la fortaleza: ¿cuánta verdad se es capaz de soportar sin acabar aplastado por ella?” (Llacer, 2015, p. 53).
Asimismo, Calderón de la Barca en el soliloquio de Segismundo manifiesta: ¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! / Apurar, cielos, pretendo/ ya que me tratáis así, / qué delito cometí / contra vosotros naciendo; / aunque si nací, ya entiendo / qué delito he cometido…; / pues el delito mayor / del hombre es haber nacido. (Calderón, 2008, pp. 42–43)
Por otro lado, los seres humanos se enfrentan a la nada y a la negatividad, pero para ello su fortaleza y sus goznes deberán estar al tope, mirando a la muerte con desdén. Así como la dialéctica de Hegel avanza por su lado malo, el espíritu no debe ser desgarrado por la negatividad:
Pero la vida del espíritu no es la vida que se asusta ante la muerte y se mantiene pura de la desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella. El espíritu conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento. El espíritu no es esta potencia como lo positivo que se aparta de lo negativo (…) sino que solo es esta potencia cuando mira cara a cara lo negativo y permanece cerca de ello. Esta permanencia es la fuerza mágica que hace que lo negativo vuelva al ser. (Feinmann, 2008, p. 140)
Ser hombre es tener la fortaleza de soportar la muerte y es ser auténtico; entonces, si la mayoría niega, el negar lo hace un ser inauténtico.
La verdad es insoportable como la inmortalidad es tediosa, entonces, ¿puede el hombre vivir sin esperanzas, sin Dios y sabiendo que no hay nada después de la muerte? Sí, dice Nietzsche, conscientemente y valientemente, enfrentando a la nada, sin esperanzas. A través del arte, en especial con la música, se puede soportar lo trágico; puesto que, nuestra finitud es desgarradora esa es la verdad radical.
El conocer a la diosa desnuda nos hiere para siempre, no hay nada que nos pueda salvar de nuestro destino; aunque, Nietzsche manifiesta que se debe asimilarla e incorporarla a nuestra vida y vivirla sin desdén, ya que somos nada.
En fin, hagamos todo lo posible para mirar a la diosa desnuda, aunque nos cueste la vida: “quien quiere mirar de frente a todo lo que ha sido, es y será, muere; ningún mortal ha levantado su velo. No es posible mirar a la Medusa, no es posible que Orfeo vuelva a mirar a Eurídice” (Rampérez, 2014, p. 53). Seamos atrevidos para mirarla con valentía y dignidad, porque a los dioses no les importa que los hombres digan la verdad. Recordemos a Laocoonte, quien por decir la verdad fue devorado por las serpientes marinas.