A todos nos ha tocado vivir tiempos difíciles, nadie ha gozado de épocas fáciles; por eso, el hombre consciente comprende que la esencia de la vida es trágica; es decir,
desde que comprende que nació para morir ya no es feliz, pero afronta esa realidad con orgullo y grandeza. El hombre es soberbio y enfrenta la vida con la frente en alto, aunque la vida esté llena de sonido y furia, al final no significa nada, tal como lo dijo Shakespeare. De este modo, buscando escapar de lo trágico, ha creado el arte para darse la fugaz tranquilidad y, con la música, ha llegado a la plenitud.
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El hombre siempre ha huido de su infelicidad mediante diferentes vías: sexo, drogas, alcohol, psicofármacos, etc.; mientras, la felicidad solo es para la minoría de edad y para los que han perdido la consciencia, pero ¿quién quiere estar en esa situación? La vida presenta dos caras como la de una moneda, dice Woody Allen en su película Annie Hall (1977): “Yo creo que la vida está dividida en lo horrible y lo miserable. En esas dos categorías. Y lo horrible son los enfermos incurables, los ciegos, los lisiados… No sé cómo pueden soportar la vida, me parece asombroso. Y los miserables somos todos los demás. Así que al pasar por la vida deberíamos dar gracias por ser miserables. Por tener la suerte de ser miserables.” En este pesimismo está el optimismo de Woody.
Hoy, el mundo ha sido totalizado por el Covid-19, del cual hay tantas interpretaciones que nos han llevado al vértigo; lo cierto es que la muerte está presente, pero cuan doloroso es saber que los entierros se realizan en fosas comunes. Ante esta situación, en la última Asamblea Mundial de la Salud, realizada en Ginebra, el día lunes 18 mayo, por la Organización Mundial de la Salud (OMS), vía videoconferencia a raíz de la pandemia, China y Francia pactaron que, de hallarse la vacuna, esta será un bien público mundial, siendo alentadora la promesa de estos países poderosos, pero no olvidemos de sus intereses políticos, económicos e ideológicos.
Como ocurre en la película musical Cantando bajo la lluvia (1952), dirigida por Gene Kelly y Stanley Donen, debemos reírnos del Covid-19,
Por otro lado, la historia pasada no es alentadora, si se observa con los ojos del Angelus Novus pintado por Paul Klee y explicado por Walter Benjamín en su Tesis sobre la filosofía de la historia. En la novena tesis, nos revela que el ángel de la historia ha visto el pasado y aquello presenta una cadena de acontecimientos; él no ve sino una sola y única catástrofe, que no deja de amontonar ruinas sobre ruinas y las arroja a sus pies. El pasado está lleno de horror y no se pueden olvidar todos los horrores causados por las guerras que se han dado. En el caso del Perú, no podemos olvidar los años de conflicto sociopolítico que vivimos desde 1980, muchos de nosotros pertenecemos a la generación diezmada.
En fin, a pesar de todo, podemos vivir cantando y bailando bajo la lluvia, la cual representa el sufrimiento humano, pues persiste en nosotros la chispa de felicidad, que hace que podamos enfrentar con un buen humor a la vida. Como ocurre en la película musical Cantando bajo la lluvia (1952), dirigida por Gene Kelly y Stanley Donen, debemos reírnos del Covid-19, también de la muerte e incluso de lo pequeñito que somos en el universo. Así, por momentos, nos sentiremos inmortales que hasta nos reiremos de nosotros mismos.