Por: Reynaldo Sucari León
En la actualidad el mundo sigue un camino denominado “globalización”, en el cual, es necesario diferenciar dos significados bien marcados. Por una parte, la globalización económica, que es una arista esencial del fenómeno; teniendo como pieza fundamental para su despliegue a empresas multinacionales y, por otra parte, la globalización en un amplio sentido; considerando el aspecto cultural y social. Estos dos últimos se hallan ligado a la expansión de las tecnologías de la información y comunicaciones (TICs), así los comportamientos políticos, actitudes sociales y los problemas educativos, no son ajenos de la mundialización tomada en este sentido.
Ya en el 2001 Marc Prensky presentó un artículo denominado “brecha digital” resaltando el encuentro entre dos generaciones en el interior de las aulas; una (los estudiantes) que viene con la omnipresencia de los dispositivos digitales, y otra (los profesores) quienes se criaron con libros impresos y profesores tradicionales, resultándole a ellos cada vez más difícil llegar a su público más joven. Es por ello que, en este tiempo, los estudiantes “nativos digitales” comprenden y tratan a la tecnología de manera natural, y no entienden los métodos de sus profesores tradicionales “inmigrantes digitales” quienes aún imprimen sus correos hasta llaman por celular para estar seguros de que sus correos fueron recibidos.
Así hoy en día se considera “analfabeto digital” a quienes muestran desconocimiento de las nuevas tecnologías o se muestran resistentes para interactuar con éstas, ya sean en aspectos básicos como navegar en la web, acceder y crear contenidos multimedia, socializar mediante redes sociales, crear documentación digital, discriminar información relevante de la superflua, y otras actividades similares.
Todo lo anterior contempla, adquirir ciertas competencias básicas en el uso de las tecnologías, es decir, estar alfabetizado en aspectos tecnológicos, por ello todo estudiante y docente debe evidenciar ciertas competencias tecnológicas como el manejo de sistemas informáticos (características, terminología, conexión de periféricos, encendido y apagado, sistemas operativos y mantenimiento) y el uso de herramientas digitales (procesador de textos, hoja de cálculo, gestión de base de datos, presentaciones multimedia, uso de ayudas y tutoriales, digitalización de imágenes, creación de páginas web, interacción con blogs, aportes en wikis, buscadores, redes sociales y las Apps para dispositivos móviles).
Siguiendo esta línea de ideas, los actores educativos deben ser capaz de emplear las redes, el software educativo, componentes multimedia, el Internet, así como plataformas y los entornos virtuales, para mejorar sus actividades de aprendizaje y enseñanza, es decir, es requisito poseer competencias tecnológicas necesarias para enfrentarse al presente, por cuanto dichas herramientas digitales promueven el alcance de un alto desempeño si se aplica de la manera adecuada.
Concluyendo este artículo, indicamos que la tecnología en si es ambivalente, ya que viene con buenas y malas, alegrías para otros y tristezas como preocupaciones para otros, asimismo viene con avances y regresiones, pero siempre abre la posibilidad de una constante actualización (alfabetización) en competencias digitales dado que estas permitirán al ser humano lograr un buen desarrollo de sus actividades cotidianas.