La agricultura familiar nos ofrece una gran oportunidad para garantizar la seguridad alimentaria aquí y en el mundo entero, nos permite mejorar nuestra dieta alimentaria y nuestra calidad de vida, hacer una mejor gestión de nuestros recursos naturales y nuestro ecosistema medio ambiental, así como lograr un desarrollo sostenible, sobre todo en las zonas andinas y rurales de nuestro País.
Algún político en su momento, a cargo del sector agricultura manifestaba que el agro juega un papel trascendental y reflexionaba sobre el rol que desempeña el Sector Agrario en el desarrollo socioeconómico del país, puesto que casi una tercera parte de la población vive en las zonas rurales, proviniendo el 50% de sus ingresos de la agricultura familiar.
En el ámbito nacional el 28% de la población ocupada trabaja en el sector agropecuario aportando cerca del 7,5% al PBI nacional, las expectativas de desarrollo en el Sector Agrario son amplias; pero existen problemas estructurales que presenta, una geografía heterogénea y agreste y otros como efecto de estrategias poco inclusivas e inequitativas que se han venido desarrollando en el tiempo y que suceden en conflictos, existe además la constante amenaza de los fenómenos climáticos y antrópico adversos, manifestados en sequías, inundaciones, friajes, etc. que se van acrecentando con el proceso del calentamiento global.
En realidad, son expresiones literarias que en parte no dicen la real problemática que existe en nuestro País, desde hace mucho tiempo se dejó de lado al sector de mayor generador de empleos, y que gracias al esfuerzo de los mismos pequeños agricultores que a través de una agricultura familiar aún siguen en pie produciendo los alimentos para la población sin la asesoría técnica por el ente rector ni la capacitación adecuada mediante métodos que en otros países se vienen aplicando con éxito.
La agro exportación abre nuevos horizontes y mercados, a los productos no tradicionales como el café, espárragos, cacao, mangos, cítricos, paltas y uvas, uniéndose otros productos como las alcachofas, páprika, pimiento piquillo, tara, banano, camu camu, quinua, sacha inchi y otros, al estar el Perú integrado a la economía mundial, muchos de los productores tienen oportunidades para incorporar estos beneficios, existiendo la posibilidad de mejorar los términos de intercambio entre el campo y la ciudad.
Por ello a las grandes empresas agroexportadoras deberían sumarse los pequeños agricultores conformando asociaciones de productores y unidos en cadenas productivas a fin de acceder a los mercados internacionales.
Muy cierto es que la integración de todos los actores concurrentes a esta actividad contribuirá a una mayor generación de empleo y a una mejor distribución del ingreso, y que de acuerdo a la ley de promoción del sector agrario, los Gobiernos Regionales y Gobiernos Locales tienen mucha responsabilidad para lograr como órganos de fomento del desarrollo integral sostenible, una institucionalidad pública agraria moderna,
que impulse a las regiones y localidades socioeconómicas deprimidas y ambientalmente vulnerables a conseguir una producción y productividad sostenible propiciando un equilibrio entre los procesos productivos y la conservación y aprovechamiento racional de los recursos naturales, considerando la participación decidida del pequeño y mediano productor agrario y de las comunidades campesinas y nativas para lograr construir un sector competitivo e integrador con una agricultura familiar moderna y sostenible.