Francisco Rafael Sagasti Hochhäusler elegido presidente del Perú por el Congreso Peruano en medio de una crisis política, ahora se le llama el salvador de la democracia, el único que podía presidir la alta envestidura por sus cualidades personales y profesionales ¿será cierto tan dulces y fraternales comentarios?
Responder esta pregunta implica primordialmente pensar a Sagasti como político, entonces hay que empezar definiendo que política -desde Maquiavelo- es la lucha por el poder, lucha por el control del Estado; entonces, los partidos políticos son organizaciones políticas cuya función principal es lograr la conquista del poder.
Así mismo, la política está íntimamente vinculada a la economía, de ahí la certeza que “la política es expresión concentrada de la economía”, de ahí que la CONFIEP cuando intenta y logra copar con sus miembros el Estado, tienen garantizados sus intereses económicos. Esto significa que los partidos políticos son organizaciones que al final representan determinados intereses económicos y sociales de una parte de la población, y como este concepto es una categoría abstracta, es mejor decir que los partidos políticos representan los intereses de una clase o u una facción de clase de la población. Y cuando los intereses de una clase y los de la nación se truecan en uno, entonces legítimamente ese partido político representa a un conjunto de clases interesadas que tienen en mente un plan común.
Entonces la clave política es definir y caracterizar a quienes representa el partido al cual pertenece el actual presidente. Un viejo adagio cristiano dice “por los hechos los conoceréis”, el otro adagio dice “la práctica social es el criterio de verdad”. En esta parte comparto la tesis de Mariátegui que en el país hay que diferenciar la burguesía intermediaria -cuyos intereses están unidos al destino del capitalismo monopólicos, por eso mismo son sus alcahuetes- de la burguesía nacional, burguesía endeble que no tiene ni la fuerza ni el poder para siquiera arañar y luchar por el control del gobierno y del Estado.
La burguesía intermediaria tiene facciones que en ciertos contextos se enfrentan y en otras se juntan como hermanos siameses, y la lucha entre el congreso y el ejecutivo representa precisamente ese conflicto; así, una de sus facciones, la burguesía compradora, que se representa en la CONFIEP, defiende al régimen económico de hoy, son socios de las empresas transnacionales, tienen los mismos intereses, por ejemplo, no quieren que se toque la constitución del 93 para nada, se opusieron que en plena pandemia las AFPS dieran el 25 % de sus fondos a los asociados.
En este contexto, los morados al unísono se pusieron de lado de la CONFIEP y las AFPs. De esto se entiende que los morados son el brazo político de la facción de esa burguesía compradora, burguesía cuyo único fin es mantener el régimen económico-social y político de carácter neoliberal.
Esta contextualización es importante para decir que, al Sagasti político, al Sagasti presidente, no se le puede calificar a partir de sus cualidades personales -que puede ser el de un hombre santo y brillante intelectual-, sino desde su adhesión al partido morado, y esta no es republicana, sino pro-monopólica, pro-empresarial, así que su “institucionalismo democrático” no es más que la legalización para defender los intereses de la facción a quienes representa. En suma, Sagasti y los morados son el brazo político de esa burguesía intermediaria franelera, cobarde e incapaz de impulsar el desarrollo nacional.
La verdad cruda descrita en unas cuantas líneas, “la política es expresión concentrada de la economía”, Sagasti es un representante que se debe su partido. Felicito su excelente apreciación.