Hay pacientes con COVID-19 que tienen niveles muy bajos de oxígeno en la sangre, pero no lo perciben, pues tienen el trastorno de la hipoxemia silenciosa, en donde no sienten esa falta de oxígeno.
Para diagnosticarlo el Dr. Veller (del Instituto Universitario de Ciencias de la Salud, en Santo Tomé y Príncipe) asevera que se necesita un análisis de gases arteriales e indica la fórmula siguiente: 104 – (0,27 * edad, expresada en años). Es importante calcular por la edad ya que no es lo mismo hablar de niveles de oxígeno de un paciente de 20 años frente a un paciente de 90 años. Por lo general hay oscilación entre 80 y 100 mm de mercurio.
La mayoría de los pacientes con hipoxemia grave tienden a fallecer, porque generalmente tienen un compromiso pulmonar de más del 40%, presentando un cuadro hiperinflamatorio. Una saturación es normal cuando se encuentra entre 90 y 100% en términos generales.
Muchos pacientes están llegando a emergencia de un hospital sin sentir falta de aire, y cuando se les pone el oxímetro de pulso están saturando por debajo de 80, y ¿por qué ocurre esto?, pues la infección por SARS-CoV-2 genera en la gran mayoría de los pacientes un cuadro de neumonía, el virus ingresa al pulmón y genera una respuesta inflamatoria causando diferentes grados de neumonía al 20, 40, 50, 70, 100%.
Para que ocurra una buena oxigenación de la sangre, el oxígeno tiene que pasar libremente desde los alvéolos hacia la sangre en donde va a ser captado por los glóbulos rojos y se va a unir a la hemoglobina, y de esa manera el oxígeno se va a transportar y disolver en la sangre,
para que esto ocurra las estructuras que forman la membrana hemato-alveolar formada por el epitelio de los alveolos el espacio intersticial que está entre el alveólo y el capilar y el endotelio de los capilares, estas tres estructuras deben estar íntegras para que el oxígeno se pueda difundir de manera adecuada.
En la COVID-19 ocurre un cuadro de insuficiencia respiratoria, el cual se produce por una alteración entre la ventilación (flujo de aire entre la atmósfera y los alvéolos pulmonares) y la perfusión (traspaso capilar de sangre a los tejidos).
Con la neumonía se genera un exceso de líquido que destruye el epitelio respiratorio, con edema alveolar y exudado inflamatorio a nivel de los alveólos, generando también edema intersticial que aumenta ese espacio intersticial, haciendo más difícil el paso del oxígeno desde el alvéolo hacia la sangre; entonces se tiene una alteración de la ventilación y perfusión.
Por otro lado, el cuadro inflamatorio en estos pacientes genera una respuesta inmune-trombótica generándose microtrombos que obstruyen a los microvasos pulmonares, y también de otros órganos, pues hacen difícil el paso de la sangre y captación de oxígeno, en el pulmón también se genera una alteración en la ventilación y perfusión, dando lugar a la insuficiencia respiratoria aguda de tipo hipoxémica, (continuará en el siguiente artículo “Hipoxemia silenciosa, un predictor de mortalidad II”).