En los últimos años, las entidades del sector financiero, han venido adaptándose y logrando innovaciones significativas en sus múltiples productos, muchas de ellas destinadas a otorgar liquidez inmediata a las empresas, mediante mecanismos de financiamiento,
librándolas de costosos y engorrosos trámites de cobro, permitiéndoles mayor flexibilidad en sus créditos.
La novedad, es con el uso del denominado “factoring sostenible”, si bien es cierto, este mecanismo ha venido utilizándose continuamente en su primigenio, sin embargo, dada las condiciones actuales se va innovando y desarrollando con múltiples opciones.
Inicialmente, ¿en qué consiste el factoring?, en realidad se trata de un mecanismo de financiación a corto plazo, por el que una entidad financiera adelanta los cobros a un negocio o también llamado factoraje, es una alternativa de financiamiento que se orienta de preferencia a pequeñas y medianas empresas y consiste en un contrato mediante el cual una empresa traspasa el servicio de cobranza futura de los créditos y facturas existentes a su favor y a cambio obtiene de manera inmediata el dinero a que esas operaciones se refiere, aunque con un descuento.
Es decir, cobrar con antelación el importe de las deudas, puede suponer de gran importancia y ayuda hacia diversas empresas, esto es posible gracias a la herramienta, no solamente conlleva a la operación en si misma sino a las múltiples opciones que se presentan durante el proceso, asesoramientos comerciales entre otros servicios que también son importantes en materia de acompañamiento.
Es necesario tomar en cuenta, que al acceder a este tipo de mecanismos las empresas están supeditadas a los cobros de intereses y comisiones que se tenga a lugar por la entidad acreedora. Este método beneficia con liquidez a las micro, pequeñas y medianas empresas que venden bienes o prestan servicios a empresas grandes cuyas facturas tienen un plazo de cobro de hasta 30, 60, 90 o 120 días.
Entonces, ¿por qué la inclusión de la sostenibilidad ante este tipo de mecanismos?, supone en todo caso mejorar las condiciones en función a la calificación de la sostenibilidad. Esta evaluación que evidentemente es realizada por una consultora externa, tiene en cuenta el comportamiento de la empresa en el ámbito medioambiental (emisión de GEI, consumo energético y entre otras), todas ellas sumadas a la problemática del cambio climático y en apoyo a los lineamientos de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS).
En el país, casualmente está modalidad está siendo aplicada y liderada por la entidad financiera BBVA, que está otorgando líneas de crédito a proveedores clave de TASA, empresa peruana líder en la producción de ingredientes marinos de alta calidad y valor agregado perteneciente al grupo BRECA, conglomerado originado en el Perú, por un valor de US$ 15 millones de dólares americanos, bajo condiciones preferenciales con la condición de que cumplan con estándares de gestión responsable y sostenible. Se estima más de 130 firmas serán los beneficiarios directos.
Existe la tendencia en los sectores económicos de impulsar la agenda de la sostenibilidad, a través de compromisos de clientes, otorgándoles beneficios que ayuden a desempeñar sus actividades en el día a día.
Fuente:
BBVA